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En pleno siglo XXI, y en el corazón político, económico y social de la República Dominicana, la capital y la provincia de Santo Domingo se hunden, día tras día, en una doble tragedia que avergüenza, indigna y desespera: los apagones eléctricos kilométricos… y la profunda escasez de agua potable, que puede extenderse hasta por semanas.
¿Cómo es posible que el Distrito Nacional y el Gran Santo Domingo —donde se concentra el poder, la riqueza y el gobierno central— padezcan a oscuras por horas interminables, mientras se agotan las velas, se interrumpen los estudios, se detienen los negocios y se dañan los alimentos en miles de neveras apagadas?
¿Y cómo explicarle a una madre que no puede bañar a sus hijos, a un enfermo que no puede higienizarse, o a un obrero que llega de trabajar cubierto de sudor y no encuentra ni una gota de agua para lavarse las manos?
Esto no es un problema técnico ni accidental.
Es el resultado de décadas de irresponsabilidad acumulada, de promesas rotas, de políticos que sólo recuerdan al pueblo cuando necesitan votos… y lo olvidan cuando toca garantizar servicios tan básicos como luz y agua.
Mientras tanto, se pagan millones en publicidad para pintar una realidad que no existe.
Se firma, se viaja, se posa para la foto… pero en los barrios, en los sectores populares, y hasta en zonas residenciales, la realidad es otra: una capital y unos municipios de la Provincia de Santo Domingo, de tinieblas y sed, aunque reconocemos el esfuerzo que hace el director de la Caasd, para resolver el problema del agua.
Esto no es normal.
No debemos acostumbrarnos. Porque no hay desarrollo posible sin energía confiable ni agua segura.
No hay calidad de vida si se vive a oscuras y sin el líquido vital.
Exigimos al Gobierno, al INAPA, a la CAASD, a la EDEESTE, EDESUR Y EDENORTE, al Ministerio de Energía y Minas… y a cada funcionario responsable de estos servicios: soluciones inmediatas, no excusas recicladas.
Porque gobernar no es solo hablar bonito, es …resolver.
El Distrito Nacional, la Provincia de Santo Domingo y el País merecen respeto.
Y el respeto empieza por garantizar lo básico: exigimos …agua y luz!!!
