REDACCIÓN.- El brutal asesinato de Iryna Zarutska, una joven ucraniana que llegó a Estados Unidos buscando seguridad y nuevas oportunidades, ha generado indignación y un intenso debate sobre salud mental, seguridad ciudadana y la justicia en Charlotte.
El asesino, Decarlos Brown Jr., desde la cárcel, reveló detalles escalofriantes sobre los motivos detrás de su ataque, ofreciendo una versión que combina trastorno mental severo y percepción de amenazas inexistentes.
Detalles del crimen y confesión de Brown
El ataque ocurrió en Charlotte, Carolina del Norte, y según una grabación de una llamada telefónica difundida recientemente, Brown confesó a su hermana, Tracey, que apuñaló a Zarutska porque creía que ella podía leer su mente.
La declaración del acusado ha sorprendido a la opinión pública y ha puesto en evidencia un problema mayor: la falla del sistema de atención a personas con enfermedades mentales graves.
En la conversación, Brown aseguró que “el material en su cuerpo” era responsable del asesinato y no él mismo, sugiriendo un delirio profundo asociado a su diagnóstico de esquizofrenia paranoide. Este tipo de esquizofrenia se caracteriza por alucinaciones y creencias delirantes de persecución, lo que puede derivar en comportamientos extremadamente peligrosos si no se recibe tratamiento adecuado.
Historial psiquiátrico y problemas legales
La familia de Brown ha declarado que intentó en varias ocasiones acceder a tratamiento psiquiátrico para él, pero se enfrentaron a barreras legales y demoras administrativas.
La madre afirmó que intentó internar a su hijo en un centro de salud mental, pero la falta de custodia legal imposibilitó la gestión, dejando a Brown sin supervisión profesional.
Brown no era ajeno a los conflictos con la ley. Su historial incluye:
- Condena de cinco años por robo a mano armada.
- Varios arrestos relacionados con altercados motivados por su estado mental.
- Una llamada al 911 en enero de este año, convencido de que su cerebro estaba siendo manipulado, tras lo cual fue liberado bajo fianza con la orden de realizar una evaluación psiquiátrica que nunca se llevó a cabo.
Estos antecedentes revelan un patrón de riesgo que fue ignorado o subestimado por el sistema judicial y de salud mental, evidenciando fallas críticas que pudieron haber prevenido el crimen.
Reacción política: Donald Trump exige la pena de muerte
La repercusión del caso no se ha limitado al ámbito judicial; también ha alcanzado el escenario político.
El presidente Donald Trump se pronunció fuertemente en contra de Brown, solicitando su condena a pena de muerte. En su red social, Truth Social, Trump calificó al asesino como un “ANIMAL” y destacó que la víctima era una joven “hermosa” que buscaba paz en Estados Unidos.
Trump enfatizó que el juicio debía ser “rápido” y que no existía otra alternativa que la pena capital. Además, en un vídeo publicado por la Casa Blanca, instó a las autoridades a ser “despiadadas con los delincuentes” y a responder con “fuerza y determinación”, reforzando la necesidad de castigos severos ante crímenes violentos.
La familia y el dolor ante la tragedia
Tracey y la madre de Brown han expresado públicamente su dolor y frustración por la situación. Ambas coincidieron en que intentaron conseguir ayuda profesional para Decarlos, pero los obstáculos legales y administrativos hicieron imposible proteger tanto a su hijo como a posibles víctimas.
La familia de Zarutska, por su parte, ha manifestado su desesperación ante la impunidad y ha solicitado a las autoridades un proceso judicial transparente y rápido que garantice justicia para la joven.
Este caso resalta la importancia de:
- Fortalecer los sistemas de atención psiquiátrica, asegurando que personas con trastornos mentales graves reciban tratamiento y seguimiento constante.
- Revisar los protocolos judiciales que permiten la liberación de individuos con historial de violencia y enfermedades mentales sin supervisión efectiva.
- Implementar estrategias comunitarias de prevención, especialmente en áreas con población vulnerable como inmigrantes y jóvenes.
- Educación y sensibilización social sobre la esquizofrenia y otros trastornos mentales para reducir estigmas y facilitar el acceso a ayuda.
Estos elementos son esenciales para prevenir futuros incidentes similares y proteger tanto a la sociedad como a individuos en situación de riesgo.