viernes, febrero 7, 2025

A cuatro años de su surgimiento, la ciencia comenzó a develar los misterios del COVID

Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 como una pandemia global en marzo de 2020, casi todo acerca del nuevo coronavirus era una pregunta sin respuesta: ¿cómo se propagaba con tanta rapidez? ¿Qué tanto enfermaría a las personas? ¿Un solo contagio daría protección contra casos futuros?

En los cuatro años que han pasado, los científicos han desentrañado algunos de los misterios más grandes sobre el COVID. Ahora sabemos mucho más sobre cómo se propaga (no, guardar una distancia de 2 metros no es una protección garantizada), por qué no parece enfermar a los niños tanto como a los adultos y qué hay detrás de los síntomas poco comunes que puede causar. A continuación, una mirada a lo que hemos aprendido.

¿Por qué las experiencias de la gente con COVID varían tanto? Además, ¿las personas que no se han contagiado son reales?

Para este momento, la mayoría de los estadounidenses se han contagiado de COVID-19 al menos en una ocasión. Mientras que la mayoría de esos infectados han sufrido síntomas parecidos a los de la influenza, algunos han sido hospitalizados con problemas respiratorios graves y otros no han tenido ningún síntoma.

Parte de esto se puede explicar por la cantidad de virus a la que estén expuestos, pero nuestro cuerpo también desempeña un papel muy importante. Las personas mayores o que tienen problemas de salud suelen exhibir síntomas más graves debido a que su sistema inmunitario ya está debilitado.

En algunos casos, el organismo puede combatir el virus antes de que se replique lo suficiente para causar síntomas o eliminarlo con tal rapidez que una persona nunca da positivo. También hay evidencia sólida de que la vacunación hace que la enfermedad sea menos grave.

Los expertos afirman que lo más probable es que las personas que nunca se han contagiado tengan todas las dosis de la vacuna, sean cautelosas sobre no exponerse (usan cubrebocas y evitan multitudes) o trabajan desde casa.

Los científicos han intentado investigar si hay algo único en términos biológicos sobre las personas que nunca se han contagiado de COVID que les dé una inmunidad contra la infección. Sin embargo, lo más cerca que han estado de descubrirlo es cuando encontraron que mutaciones en los antígenos leucocitarios humanos (los cuales mandan la señal al sistema inmunitario de que las células están infectadas) puede ayudar a eliminar el virus de manera tan rápida que una persona podría ser completamente asintomática.

¿La propagación de la COVID se reduce a estornudos y tos?

En los primeros días de la pandemia, todos pensábamos que el COVID era como un ninja que saltaba de superficie en superficie. Frenéticamente, desinfectábamos los víveres, nos lavábamos las manos al ritmo de nuestra canción favorita e intentábamos girar los pomos de las puertas con los codos.

Una teoría es que, al igual que con otros efectos secundarios poco comunes, los síntomas perdurables o las afectaciones nuevas que llegan a ocurrir en los meses posteriores a una infección inicial (conocidos como COVID persistente) se deben en parte a una reacción inmune que salió mal. Ziyad Al-Aly, jefe de investigación y desarrollo del Departamento de Asuntos de los Veteranos en el Sistema de Salud de San Luis, señaló que la gente que desarrolla COVID persistente es posible que tenga un sistema inmunitario que responde de forma demasiado agresiva o no suficientemente agresiva a la infección aguda.

Algunos estudios también han hallado que el virus puede esconderse en el cuerpo después de que la infección principal ha concluido, lo que causa una respuesta inmunitaria continua de nivel bajo e inflamación.

Otra evidencia indica que el virus puede dañar el recubrimiento de los vasos sanguíneos, lo que genera coágulos diminutos que bloquean la circulación a varias partes del cuerpo. Esto podría causar dolores persistentes en las articulaciones, niebla mental, fatiga crónica y mareos después de ponerse de pie de modo demasiado repentino.

Al-Aly puntualizó que, aunque muchos de los misterios del COVID han sido resueltos, teme que el público ya está harto del virus (cuando en realidad, dijo, todavía no “lo hemos dejado atrás”).

En los cuatro años transcurridos desde el inicio de la pandemia, los científicos han desentrañado algunos de los misterios más grandes sobre la COVID. Ahora sabemos mucho más sobre cómo se propaga (no, guardar una distancia de 2 metros no es una protección garantizada), por qué no parece enfermar a los niños tanto como a los adultos y qué hay detrás de los síntomas poco comunes que puede causar, desde niebla mental hasta los “pies COVID”.

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