Capital de Riesgo y Desarrollo RD

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Por Milton Olivo

Estoy convencido que, en este siglo XXI, impulsar en el país organizaciones de Capital de Riesgo, Fondos de Inversión y Bolsa de Valores, son la clave para impulsar la innovación, el desarrollo agroindustrial, industrial y postindustrial de la República Dominicana.

Después de la muerte de Trujillo nos hemos quedado con frustración esperando la continuación de un Estado industrializador, de manera que es una tarea que debe ser asignada al sector privado y que el Estado se convierta en un facilitador.

Debería tocar al Estado crear las condiciones para facilitar la repatriación de capitales, e incentivar atraer inversionistas para invertir en el desarrollo de nuevos sectores productivos. Pero es evidente la necesidad de la turbina emprendedora privada para ayudar en esa tarea, vía las organizaciones de Capital de Riesgo y Fondos de Inversiones.

Las organizaciones de Capital de Riesgo son aquellas organizaciones cuyo norte es recaudar capital para financiar empresas incipientes con elevado potencial de riesgo.

El inversor de capital riesgo se dedica a invertir, lo cual implica dedicarse a identificar oportunidades de negocio, valorarlas y negociar con los empresarios de turno un acuerdo de participación o beneficios en el emprendimiento que, a su juicio, le va a permitir obtener ganancia en la operación que está realizando.

Hay cientos de millones de pesos o dólares, de nacionales, residentes locales o emigrados, que estarían feliz de invertir en su país, vía los canales adecuados que le garanticen seguridad y confianza. Y que más que las organizaciones de capital de riesgo, Fondos de Inversión, fideicomisos o Bolsa de Valores.

Otra opción son los Fideicomisos, que son iniciativas privadas, pactadas mediante acuerdo contractual, entre el promotor y los inversionistas, donde los bancos son garantes de que el uso de los recursos será según lo pactado en el acuerdo que da origen al Fideicomiso.

Los Fondos de Inversión, son organizaciones, que recaudan dinero de inversionistas, y luego lo colocan en diversas carteras para garantizar un nivel de beneficio pactado a estos.

Realmente tenemos los instrumentos, falta una cultura innovadora. Una cultura de inversión privada en proyectos productivos. Por desgracia la ancestral cultura del chivo, basada en la desconfianza, bloquea las posibilidades de unificar capitales con desconocidos para impulsar proyectos productivos y desarrollistas.

Hasta ahora, ha pesado más esa cultura de desconfianza, por desconocimiento de la existencia de herramientas financieras existentes que pueden proteger a los inversores de los temores tradicionales.

Las víctimas de fraude lo son, por no exigir a la hora de invertir el uso de las herramientas legales establecidas que garantizan la inversión, como instituciones de Capital de Riesgo, Fondos de Inversión, Fideicomisos, Bolsa de Valores, etc.

Tremendo negocio sería la inversión en agroindustrias municipales. Con ellas se incentiva la producción agropecuaria, al colocar su entorno en capacidad de convertir la producción agropecuaria en no perecedera y con potencial de exportación.

Se requiere invertir en industrias para sustituir importaciones. En energías renovables. En refinería de combustibles. En pesca comercial, acuicultura, maricultura y su industrialización. En Ecoturismo. En industrias para fabricación de productos para la defensa, industrias de microelectrónica, Nanotecnología, Biotecnología, etc.

Falta casi todo por hacer, para crear las condiciones que nos permitan hacer de la República Dominicana, una sociedad de pleno empleos, de oportunidades, en fin, hacer realidad una Quisqueya potencia.

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