Euronews.- El equipo de la estrella mundial Celine Dion ha emitido un comunicado en nombre del icono canadiense, afirmando que Donald Trump no tenía derecho a utilizar su canción ‘My Heart Will Go On’ durante un mitin de la campaña presidencial en Montana.
El uso de su oscarizada canción de la película ‘Titanic’, de 1997, no fue autorizado “en modo alguno” y Dion “no respalda este uso ni ningún otro similar”. El comunicado rezaba así: “Hoy, el equipo directivo de Celine Dion y su discográfica, ha tenido conocimiento del uso no autorizado del vídeo, la grabación, la interpretación musical y la imagen de Celine Dion cantando ‘My Heart Will Go On’ en un mitin de la campaña de Donald Trump en Montana”.
“Este uso no está autorizado en modo alguno y Celine Dion no respalda este uso ni ningún otro similar”. El comunicado concluía: “¿De verdad ESA canción?”.
Una vez más, Trump y su equipo de campaña parecen tener poca o ninguna conciencia de sí mismos cuando se trata de… bueno, cultura. Tras el uso no autorizado del himno LGBTQ+ del artista francés Woodkid la semana pasada -cuya ironía no pasó desapercibida para muchos-, Trump ha utilizado ahora una canción que sonaba en una película sobre un barco que se hunde.
Aunque pueda parecer un poco prematuro calificar la campaña presidencial de Trump de barco que se hunde, la falta de concienciación mostrada puede calificarse de tragedia épica.
Esto se produce después de que Dion fuera noticia el mes pasado por su regreso al canto en directo, cuando cerró la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París en medio de su lucha contra el síndrome de la persona rígida (SPS).
Cantó ‘L’Hymne à l’amour’ de Edith Piaf en la ceremonia inaugural, su primer concierto desde que reveló que padece “un síndrome raro y progresivo que afecta al sistema nervioso, concretamente al cerebro y la médula espinal”, según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares.
Dion no es ni mucho menos la primeraartista que se opone a que Trump utilice sus canciones para hacer campaña. Desde Creedence Clearwater Revival hasta Tom Petty, pasando por Neil Young, The Rolling Stones y Adele, todos han denunciado a Trump por utilizar sus canciones sin permiso.
Otros casos son los de Bruce Springsteen, que se opuso en 2016 a que Trump interpretara ‘Born in the U.S.A.’ como un himno patriótico, cuando en realidad es una mordaz denuncia del trato a los veteranos de Vietnam.
Rihanna exigió a Trump que dejara de reproducir ‘Don’t Stop the Music’ después de que la canción sonara en un mitin de 2018. También lo hizo R.E.M. porque sus temas ‘Losing My Religion’, ‘Everybody Hurts’ así como ‘It’s the End of the World as We Know It (And I Feel Fine)’ se utilizaron en mítines.
Una libertad que desespera a los artistas
En 2020, el patrimonio de Leonard Cohen emitió un comunicado criticando el uso no autorizado por parte de Trump de ‘Hallelujah’ de Cohen en la Convención Nacional Republicana, habiendo rechazado específicamente el permiso para su uso. Con bastante brillantez, el patrimonio añadió que, siendo realistas, sólo habrían considerado aprobar la canción de Cohen ‘You Want It Darker’.
A principios de este año, los herederos de Sinéad O’Connor pidieron a Trump que dejara de utilizar su exitosa canción de 1990 ‘Nothing Compares 2 U ‘ en sus mítines políticos: “A lo largo de su vida, es bien sabido que Sinéad O’Connor vivió según un feroz código moral definido por la honestidad, la amabilidad, la justicia y la decencia hacia sus semejantes. Por eso nos ha indignado saber que Donald Trump ha estado utilizando su icónica interpretación de ‘Nothing Compares 2 U’ en sus mítines políticos”.
Desde el punto de vista legal, los políticos estadounidenses tienen cierto margen de maniobra a la hora de utilizar canciones a su antojo, lo que desespera a los artistas.
De hecho, los políticos estadounidenses no siempre necesitan el permiso de los artistas, ya que las campañas pueden comprar paquetes de licencias a las organizaciones de derechos musicales, lo que les da acceso legal a millones de canciones para sus mítines políticos. Sin embargo, los artistas tienen derecho a retirar su música de esa lista.