sábado, mayo 18, 2024

Cuatro formas de dormir y sus posibles consecuencias para la salud

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Que dormir mal o de forma insuficiente nos puede hacer enfermar es algo que la evidencia científica ha ido poniendo sobre la mesa desde hace décadas.

Son muchos los problemas de salud que se asocian a una mala calidad del sueño o a dormir menos de lo que necesitamos. Por ejemplo, alteraciones metabólicas como la diabetes o la obesidad, enfermedades neurodegenerativas o problemas de salud mental se han relacionado con la falta de sueño.

Pero ¿hay una única forma de dormir mal o existe diversidad entre los “malos dormidores”? ¿Se trata de una condición inmutable o puede cambiar a lo largo del tiempo? ¿Los diferentes tipos de “mal dormir” influyen de manera distinta en el riesgo de padecer enfermedades como las antes mencionadas?

Investigadores de varias universidades, en su mayoría estadounidenses, han llevado a cabo un estudio con el que pretendían, precisamente, responder a estas preguntas. Para ello, analizaron las respuestas a una encuesta realizada a 3683 personas en dos momentos distintos de sus vidas separados por 10 años.

A partir de estas respuestas, los investigadores establecieron cuatro modos o “fenotipos” de dormir. Para ello se basaron en distintos aspectos del sueño, como la regularidad (¿dormían lo mismo en fin de semana que entre semana?) o la facilidad para quedarse dormidos y no despertarse en mitad de la noche.

También tuvieron en cuenta el nivel de cansancio durante el día y si hacían siestas, si tardaban más de 30 minutos en conciliar el sueño o si dormían menos de 7 horas al día.

Que dormir mal o de forma insuficiente nos puede hacer enfermar es algo que la evidencia científica ha ido poniendo sobre la mesa desde hace décadas. Son muchos los problemas de salud que se asocian a una mala calidad del sueño o a dormir menos de lo que necesitamos. Por ejemplo, alteraciones metabólicas como la diabetes o la obesidad, enfermedades neurodegenerativas o problemas de salud mental se han relacionado con la falta de sueño.

Pero ¿hay una única forma de dormir mal o existe diversidad entre los “malos dormidores”? ¿Se trata de una condición inmutable o puede cambiar a lo largo del tiempo? ¿Los diferentes tipos de “mal dormir” influyen de manera distinta en el riesgo de padecer enfermedades como las antes mencionadas?

Investigadores de varias universidades, en su mayoría estadounidenses, han llevado a cabo un estudio con el que pretendían, precisamente, responder a estas preguntas. Para ello, analizaron las respuestas a una encuesta realizada a 3683 personas en dos momentos distintos de sus vidas separados por 10 años.

A partir de estas respuestas, los investigadores establecieron cuatro modos o “fenotipos” de dormir. Para ello se basaron en distintos aspectos del sueño, como la regularidad (¿dormían lo mismo en fin de semana que entre semana?) o la facilidad para quedarse dormidos y no despertarse en mitad de la noche.

También tuvieron en cuenta el nivel de cansancio durante el día y si hacían siestas, si tardaban más de 30 minutos en conciliar el sueño o si dormían menos de 7 horas al día.

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