REDACCIÓN.- Un robot con sombrero de vaquero, cadena dorada y actitud desafiante se ha convertido en el nuevo rostro de la robótica social. Su nombre es Rizzbot, aunque en TikTok lo conocen como Jake el Robot.
En apenas unos meses ha pasado del anonimato a acumular más de 45 millones de visualizaciones y 1,8 millones de seguidores, según datos de Complex.
Del anonimato a la fama en TikTok
Equipado con Nike Dunks y una actitud provocadora, Rizzbot ha conquistado las redes gracias a sus bailes, bromas y frases desafiantes. Sus videos —grabados en fiestas y calles de Austin y Nueva York— muestran interacciones espontáneas con el público, que van desde risas hasta asombro.
Uno de los clips más virales, con 1,1 millones de reproducciones, muestra a una mujer bailando twerking frente al robot, que responde con movimientos sincronizados. Estas escenas han despertado curiosidad y polémica sobre quién controla al androide y hasta qué punto es autónomo.
Un experimento universitario que se salió de control
El origen de Rizzbot está en el Laboratorio de Robótica Centrada en el Humano de la Universidad de Texas en Austin.
Su creador técnico, Kyle Morganstein, explicó a Complex que el proyecto comenzó como una investigación para estudiar la convivencia segura entre humanos y robots.
El robot —entonces llamado Snoop— fue entrenado para ejecutar movimientos amigables y bailes sociales, pero su dueño, un youtuber que prefiere mantener el anonimato, decidió darle una personalidad más irreverente, lo que disparó su éxito viral.
El laboratorio, que promueve el uso ético y humanista de la robótica, no anticipó la transformación del proyecto ni su alcance mediático.
Control humano, apariencia autónoma
Aunque muchos piensan que Rizzbot actúa por cuenta propia, en realidad está completamente controlado por humanos.
Sus movimientos están preprogramados y su comportamiento depende de la creatividad de su operador, quien maneja al robot en tiempo real.
Un modelo similar cuesta alrededor de USD 50.000, pero el carisma de Rizzbot proviene de la personalidad que le imprime su controlador, no del hardware.
Entre el asombro y la inquietud
El fenómeno Rizzbot ha dividido opiniones:
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Para algunos, representa el lado divertido y accesible de la robótica.
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Para otros, es un símbolo inquietante del avance tecnológico que amenaza el empleo y la interacción humana tradicional.
Morganstein señala que el atractivo del robot nace del deseo de explorar la tecnología, pero también del miedo a ser reemplazados por ella.
Mientras tanto, su fama impulsa discusiones sobre ética, automatización y límites en la inteligencia artificial.
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Más que un robot: un espejo social
La historia de Rizzbot revela cómo la sociedad reacciona ante los nuevos protagonistas tecnológicos.
Sus apariciones nos obligan a pensar en un futuro donde los robots no sustituyan, sino complementen a las personas.
El desafío ahora es definir, colectivamente, hasta dónde queremos llegar con la robótica social.