Expertos certifican que ser amable mejora la salud

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Ser amable puede resultar muy beneficioso para la salud. Cuando somos amables nuestro cuerpo está más sano y rejuvenecido, y nos sentimos más felices y libres para sintonizarnos con nuestros objetivos.

Un cumplido, una sonrisa o una charla casual podrían funcionar como estímulo social y, al mismo tiempo, mantener al ruedo el motor de la felicidad. Sencillamente sin involucrar tanto esfuerzo ni sacrificio el ser amable contempla numerosos actos que ayudan a mejorar nuestra salud.

“Es una amabilidad casual, sin costes. Simples gestos cotidianos como tener una charla amistosa con el vecino, ser amable con un dependiente en una tienda o preguntarle a un compañero de trabajo cómo le va”, explicó la profesora Olga Bialobrzeska, directora del estudio realizado.

El ser amable en exceso no es bueno

“La amabilidad fingida que ejercemos contra una persona hacia la que sentimos aversión, puede perjudicar nuestra propia salud”.

Destacó: “No la hemos analizado en este estudio, pero hay literatura científica previa. Un estudio analizó el estado de ánimo de teleoperadores que tienen que ser amables todo el día, incluso con clientes que no lo son con ellos”.
Otro estudio teórico que realizó el equipo de Bialobrzeska dio como resultado que, en cuestiones de amabilidad, no hay grandes diferencias entre acercamiento físico y trato virtual.

“Ahora, cuando la polarización social es un problema creciente en muchos países, alimentada por las redes, es fundamental educar a las personas sobre cómo expresar sus opiniones, puntos de vista, críticas o desacuerdos de una forma agradable y respetuosa”, puntualizó la experta.

La amabilidad no solo se ha estudiado desde el punto de vista psicológico, sino desde el hormonal, reduciendo nuestros buenos actos a una cuestión de química.
¿Las mujeres son más amables?
“Es un tema delicado que no tiene una respuesta sencilla”, aclaró Bialobrzeska cuando se le pregunta por una brecha de género de la amabilidad. Puede que las mujeres tiendan a percibirla y demostrarla con mayor facilidad “por haber sido considerada, tradicionalmente, una actividad femenina”, añadió.

A tal grado, “una mujer educada para ser siempre amable y sonriente puede estar ocultando su enfado y frustración. Y esto puede hacer que no atienda a sus necesidades cuando entran en conflicto con las de los demás”, concluyó.

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