Por Padre Enerio Vásquez
“Maridos, amen a sus esposas, esposas respeten a sus maridos”. Efesios, 5,33.
Principios fundamentales para construir una familia, el amor y el respeto, no es una condición unilateral, es recíproco, amor y respeto en doble vía.
Si la unión de las parejas sólo tiene como base la atracción física, beneficios económicos, de poder y otros intereses, será como un castillo edificado sobre arenas.
Una economía estable ayuda, no podemos ignorar que algunos hogares se destruyen por la escasez y la pobreza. Parece verdad aquello de que con amor no se va al mercado. O que…”el amor y el interés fueron al campo un día y más pudo el interés que el amor que le tenía”. Estas ideas fortalecidas por la sociedad del bienestar y el confort son amenazas reales para la formación de verdaderas familias en la que se cumplan las promesas matrimoniales: amar y ser fiel al cónyuge en la salud y la enfermedad, en la abundancia y la escasez, hasta que la muerte lo separe.
Los tres grandes ídolos del capitalismo y el mundo de hoy: el tener, el poder y el placer, parecen barreras insuperables al momento de elegir un compañero o compañera de vida. Empero, estos principios de amor, fidelidad, colaboración, unidad hasta ser un solo ser son determinantes para que exista una familia.
Una familia es un hogar donde se comparten las alegrías y las penas por igual, donde se colabora y se trabaja en equipo, no es una mansión o palacio, es un nido de amor, de confianza que nos da seguridad y nos hace sentir que somos alguien, nos da sentido de pertenencia a un grupo único e insustituible.
Un nido , preparado de ante mano para recibir el regalo más maravilloso del universo: los hijos, porque un hogar sin hijos es como un jardín sin flores.
La responsabilidad y la tolerancia son virtudes para cultivar por las parejas, para no esparcir el nido al viento por cualquier motivo a fin de cumplir el mandato divino, creced y multiplicaos y llenad la tierra nuestra casa común de familias auténticas amorosas y seguras.










