Este jueves 5 de junio, el maestro Franklin Domínguez celebra sus 94 años de vida, rodeado del cariño de su familia.
Aunque su salud lo mantiene postrado desde hace siete años, su espíritu permanece tan lúcido y jovial como siempre. Su nieta Carolina (Francisca Margarín), quien lo cuida con dedicación junto a su esposo Junior Alexander Castro y el pequeño hijo de ambos. Comparte que su “pa” conserva su humor característico y su amor por la música, especialmente por Libertad Lamarque y Raphael.
Franklin Domínguez es una figura esencial del teatro dominicano. Con más de 80 obras escritas y representadas en escenarios de todo el mundo, su legado abarca desde comedias y tragedias hasta sátiras políticas y teatro infantil.
Entre sus piezas más reconocidas se encuentran Los borrachos, La broma del senador, Duarte entre los niños y Hostos: el hombre que anhelaba una patria. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y presentada en países como Francia, Canadá, Bélgica, México, Portugal, España, Argentina, Colombia, Estados Unidos, China y Chile.
En su historia también hay compromiso político e institucional. Fue director de Bellas Artes en tres ocasiones y trabajó en la Dirección General de Prensa bajo cinco presidentes dominicanos, siendo un servidor público íntegro. Pero es el teatro el que siempre fue su casa, su motor, su pasión más duradera. “El teatro es mi vida”, llegó a decir alguna vez, y nadie podría contradecirlo.
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Desde el año 2000, Domínguez dirigió el Grupo de Teatro Banreservas, con su obra Duarte, fundador de una República, llevando así el arte escénico a centros educativos y culturales de todo el país, incluyendo instituciones como los clubes Activos 20-30.
Su compromiso con la formación de nuevas generaciones de actores y su labor incansable en la promoción del teatro nacional lo convierten en una verdadera gloria del arte dominicano.
Hoy, al celebrar sus 94 años, honramos no solo su trayectoria artística, sino también su calidad humana y su pasión por el teatro, que sigue siendo fuente de inspiración para todos los que lo conocen y admiran. Para quienes lo conocen, don Franklin es un símbolo de amor al arte, de vocación sin pausa y de dignidad.
Franklin Domínguez no solo es un referente del teatro dominicano, es también un ser humano entrañable que ha dejado huellas profundas en quienes han compartido con él, dentro y fuera del escenario.
Su capacidad de enseñar con paciencia, dirigir con excelencia y crear con pasión lo convierten en un verdadero maestro de generaciones.
Por Graselys Valdez.
