ARGENTINA. – Sin trenes, sin autobuses, sin metro durante 24 horas: la capital Buenos Aires debería sonar hueca el jueves 9 de mayo, sin gran parte de los 3 millones de personas que la transitan cada día, la mayoría en transporte público. Y también se espera que las conexiones con las provincias argentinas sean difíciles dado que se cancelarán unos 400 vuelos, lo que afectará a 70.000 pasajeros, según la Asociación Latinoamericana de Transporte Aéreo.
Para la segunda huelga general desde el inicio del mandato de Javier Milei, las calles de Argentina alzan la voz este jueves 9 de mayo ante el programa de ajuste del presidente ultraliberal.
La huelga “contra un ajuste brutal, en defensa de los derechos laborales, sindicales y un salario digno”, lanzada por varios sindicatos, entre ellos la poderosa CGT peronista, promete ser cumplida. Mucho más que la del 24 de enero (solo 12 horas), un semi-fracaso ridiculizado por el gobierno como la “huelga más rápida de la historia” porque fue anunciada en diciembre, 18 días después de la toma de posesión de Javier Milei.
Esta vez más, la presidencia denunció una huelga “estrictamente política” y a los sindicatos “batiendo récords de velocidad y número de huelgas”, ante un gobierno “apenas asumido”. Sindicatos que van “en contra de lo que la gente votó hace cinco meses”.
El impacto político, sin embargo, podría ser menor que las grandes marchas en defensa de la universidad del 24 de abril (un millón de manifestantes en todo el país), la mayor movilización contra Milei hasta la fecha, y “una lección para él: la primera vez que chocó contra un muro en la opinión pública, porque lo que estaba en juego era un bien colectivo, transversal”, dice el analista político Gabriel Vommaro.
Reformas desreguladoras adoptadas
De hecho, a pesar de una ligera inflexión en abril, varias encuestas recientes sitúan a Javier Milei oscilando entre el 45 y el 50% de imagen positiva -fue elegido con un 56%-. Una forma de estabilidad espectacular para un gobernante que ha infligido en pocos meses, entre devaluación, precios liberados, gasto y ayudas públicas “cortado”, “el mayor ajuste de la historia de la humanidad”, como le gusta recordar al anarcocapitalista.
Además, el corrosivo Milei, “sin cambiar su personalidad y su discurso agresivo”, está pasando por “un aprendizaje político”, según Rosendo Fraga, politólogo de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
En este sentido, la aprobación a finales de abril (al menos en la Cámara Baja) de su paquete de reformas desreguladoras -un proyecto enmendado, acotado y planificado- es “importante”: muestra a un Milei “más flexible en la práctica, relajando la ideología”, y que “puede articular una coalición para gobernar, a pesar de su débil fuerza” de 37 diputados de 257.
