Fin del bloqueo. El lunes 26 de febrero, el Parlamento húngaro aprobó la adhesión de Suecia a la OTAN, el último paso para el país nórdico que desea unirse a la Alianza Atlántica desde la invasión rusa de Ucrania.
La candidatura de Estocolmo fue aprobada por una abrumadora mayoría de diputados (188 votos de 199 escaños), tras casi dos años de espera y un camino caótico: a las negociaciones con Turquía, que terminaron con un voto positivo en enero, se sumó la dilación del líder nacionalista húngaro Viktor Orban, el último que se resistió.
“Hoy es un día histórico”, escribió el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, en X. “Suecia está lista para asumir sus responsabilidades en materia de seguridad euroatlántica”, casi dos años después de iniciar el proceso de adhesión, agregó.
En la apertura de la sesión parlamentaria, Viktor Orban ha saludado la reciente visita de su homólogo sueco, Ulf Kristersson, un paso esencial para construir “una relación justa y respetuosa entre los dos países”, más allá de las “diferencias de opinión”.
“La entrada de Suecia en la OTAN reforzará la seguridad de Hungría”, añadió, pidiendo a los eurodiputados que procedan a la ratificación.
Viktor Orban había aceptado hace tiempo un principio, pero antes de completar el proceso, exigió “respeto” a Estocolmo, después de años de “denigración” de su política.
Para sellar esta nueva cooperación, Hungría anunció el viernes la compra de cuatro aviones de combate a Suecia para reforzar su flota actual de 14 aviones Gripen.
Pendiente desde mayo de 2022
La votación en el Parlamento no fue una sorpresa dada la mayoría de dos tercios que tiene la coalición gobernante.
El protocolo de adhesión de Suecia a la OTAN, que requiere la unanimidad de los miembros de la Alianza Atlántica, está en suspenso desde mayo de 2022.
Una vez que el parlamento húngaro haya dado su aprobación, se espera que la ley sea promulgada por el presidente en los próximos días.
Suecia podrá entonces depositar su “instrumento de adhesión” en Washington, de acuerdo con el tratado de la OTAN, para convertirse en su miembro número 32.
En el caso de Finlandia, por ejemplo, Ankara dio luz verde el 30 de marzo de 2023 y Finlandia presentó el documento el 4 de abril, adhiriéndose así a la Alianza cinco días después de la votación turca.
Estocolmo anunció su candidatura tras la ofensiva del Kremlin en Ucrania, al mismo tiempo que Helsinki.
El país rompió así con su política de neutralidad adoptada tras el final de las guerras napoleónicas en el siglo XIX, y luego de no alineamiento militar desde el final de la Guerra Fría.
Estrategia de chantaje
A lo largo de los meses, Hungría ha retrasado repetidamente el plazo, cada vez citando diferentes pretextos.
Algunos expertos lo vieron como una estrategia de chantaje para obtener concesiones de la UE y la liberación de miles de millones de euros de fondos actualmente congelados, otros como una señal de la cercanía de Viktor Orban con el presidente ruso, Vladimir Putin, y el jefe de Estado turco, Recep Tayyip Erdogan.
Pero el analista Mate Szalai cree que el primer ministro húngaro está priorizando los intereses nacionales por encima de todo.
“Fue tan lejos como pudo”, deteniéndose justo a tiempo “para no causar serios problemas a la comunidad transatlántica”, dijo a la AFP. Al igual que bloqueó la ayuda crucial a Ucrania durante meses antes de ceder a principios de febrero bajo la presión de sus socios de la UE.
Al adoptar esa postura, quiere demostrar que su pequeño país de menos de 10 millones de habitantes es importante y “no debe ser subestimado”, dice el investigador de la Universidad Ca’ Foscari de Venecia.
No está cosechando “ningún resultado tangible en términos de política exterior”, pero esta actitud de “confrontación” en la escena internacional sirve para “mantener su popularidad en casa”.
A riesgo de quedar atrapado en su propio juego: aunque Hungría había ratificado la adhesión de Finlandia tres días antes que Turquía, esta vez es la última, a pesar de sus promesas.
