Euronews. – Tenerife en agosto: una isla paradisíaca se convierte en un infierno en llamas. En apenas unos días este mega incendio devoró 15 000 hectáreas de bosque. El servicio de emergencias tuvo que evacuar 13 000 personas.
Antonio Aguilar nos muestra su castaño quemado plantado por su bisabuelo. Está luchando contra las lágrimas, mirando el paisaje ennegrecido: “Horrible, es tan triste. Las consecuencias son fatales, bárbaras”.
Sus gallinas están muertas: “Ninguno de nosotros pensábamos que el fuego vendría hasta aquí, pero venía con tanta voracidad, con tanta fuerza, con tanta fuerza… que las llamas tenían 40 o 50 metros de altura… y lo único que pude salvar de aquí fue al perro”.
Antonio culpa a la mala gestión forestal y territorial. En las zonas no cultivadas se acumula sotobosque seco: un festín para los pirómanos. “En la isla se estima que el 60 % de las tierras de cultivo están abandonadas”, afirma Antonio.
Uno de sus amigos, Miguel Salazar Jacinto, coincide y añade: “Antiguamente la gente sacaba del bosque leña seca para cocinar. Y por todas partes había enormes rebaños de ganado. Por lo tanto, los bosques estaban más limpios”.
Acudí al centro de comando de emergencia. Los jefes operativos de los bomberos, protección civil, policía y fuerzas militares deciden seguir adelante con el tiroteo aéreo. El problema es la expansión urbana (el desarrollo incontrolado): casas por todas partes, cerca del bosque en llamas.
La ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera Rodríguez, comparte este punto de vista. Con visión de futuro, asegura: “Necesitamos invertir en anticipación y alerta temprana”.
¿Por qué el incendio alcanzó tanta magnitud en tan poco tiempo?
Hay demasiada madera muerta (y materia orgánica seca) en los cañones de las montañas.
La responsable de Protección Civil, Montserrat Román, explica que el incendio creó su propio clima: una columna de humo de seis kilómetros de altura que esparció chispas durante días en todas direcciones.
Y confirma que la crisis climática sí influye: “Tenemos cada vez más frecuentes y extensas olas de calor, altas temperaturas y sequías. El cambio climático desempeña un papel en la intensificación y gravedad de estos incendios”.
Los profesionales (de Canarias) advierten: lo peor está por llegar. La mala gestión forestal y la alta presión demográfica convirtieron a Canarias en un polvorín. Planes de desarrollo equivocados, crisis climática y pirómanos van de la mano. Este mega incendio ya pasó, pero el próximo ya está esperando.
