Este es el caso de Marlene Engelhorn, una chica de 29 años que estudia Lengua y Literatura Alemanas en Viena y ha rechazado una herencia de 4.200 millones de euros por ser descendiente de los fundadores de BASF, la mayor empresa química del mundo.
“No es que no quiera ser rica, es que no quiero ser tan rica”, señala la joven. El diario ABC se ha hecho eco de su historia.
Su abuela Traudl se encuentra en el puesto 687 de las personas más ricas del mundo, según Forbes, y quería que su nieta heredase todo lo que la compañía ha ido consiguiendo. De la herencia, ha rechazado el 90%, es decir, unos 4.000 millones de euros.
“No sabía qué hacer con eso, pero después comencé a pedir consejo a gente de mi entorno, hablé con expertos y llegué a la conclusión de que no debería ser mi decisión qué hacer con el dinero de mi familia, por el cual no he trabajado yo”, explica la joven, que también dice que la decisión está motivada, en parte, por el deseo de más “justicia” social. Ella cree que, “de verdad”, no necesita ese dinero”.
También explica que no ha aceptado la herencia porque sabe el trabajo que implica manejar tal cantidad de dinero: “Conlleva mucho tiempo, esfuerzo, tensiones…”. La joven no se esconde, y se considera una persona “privilegiada” (por la familia de la que viene), que es una “niña rica” y que creció en una casa “demasiado grande”.
Más ricos, más impuestos
Conociendo la situación en la que viven los más ricos, la joven fundó AG Steuersrechtigkeit, que lucha para que los que más tienen, más impuestos paguen. Engelhorn ya ha conseguido llegar al Foro de Davos junto a los representantes de Taxmenow (algo así como ‘hazme pagar los impuestos’) para poner sobre la mesa su causa.
“Como alguien que ha disfrutado de los beneficios de la riqueza toda mi vida, sé lo sesgada que está nuestra economía y no puedo seguir sentada y esperando que alguien, en algún lugar, haga algo”, explicó entonces a la BBC. “Hemos llegado al final del camino cuando otros 250 millones de personas se verán empujadas a la pobreza extrema este año”, señaló.
“Necesitamos la redistribución de la riqueza, la tierra y el poder y necesitamos que sea un proceso transparente y democrático; para mí, esto significa: ¡impuestos sobre la riqueza!”, explica la joven en la web de la organización Millonarios por la Humanidad. Que los más adinerados paguen más impuestos es “vital” para dejar atrás la desigualdad y lograr “una sociedad más justa”.
Lo que pide Engelhorn no es otra cosa que un cambio estructural de la distribución de la riqueza en todo el mundo. Denuncia que los ricos comienzan a donar solo cuando ya han amasado sus fortunas. “Muy a menudo, estas dotaciones no son más que una forma de disfrazar la riqueza. Una pequeña fracción del capital compensa lo que arruinan estas grandes inversiones. Esto es capitalismo filantrópico. Simplemente no está bien que dependamos de la buena voluntad de los súper ricos”, concluye.