Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO ESTE.- En estos tiempos de elecciones, la escena política se asemeja más a un circo que a una verdadera representación democrática. Después de cuatro años de indiferencia y desdén hacia sus representados, muchos políticos han decidido subirse al tren de la popularidad en busca de un voto que les asegure otra temporada en el escenario gubernamental.
No podemos ignorar la realidad: durante su mandato, estos políticos se pasearon por los pasillos del poder con prepotencia y arrogancia, desvinculados de las verdaderas necesidades de la gente. Pero ahora, en tiempos de elecciones, sus estrategias han cambiado drásticamente. ¿La razón? Buscan desesperadamente nuestra aprobación, nuestra confianza, y sobre todo, nuestro voto.
Las redes sociales se han convertido en su escenario principal, donde bailan con adultos mayores y se exhiben en situaciones que pretenden mostrar una conexión genuina con los ciudadanos. Sin embargo, no podemos dejarnos engañar por esta coreografía política cuidadosamente ensayada. ¿Dónde estaban estos políticos cuando las comunidades más necesitaban su apoyo? ¿Por qué ahora, justo antes de las elecciones, deciden acercarse a los barrios que antes ignoraban?
No caigamos en la trampa de la manipulación electoral. Estas acciones son un intento descarado de utilizar nuestra necesidad de representación genuina como una moneda de cambio para mantenerse en el poder. Abramos los ojos y rechacemos esta burla. No seamos tontos al creer que sus repentinos gestos de cercanía reflejan un interés real en nuestras vidas.
La verdadera pregunta que debemos hacernos es: ¿necesitamos políticos que solo recuerdan a sus representados cuando se avecinan elecciones? La respuesta es clara. Es hora de exigir un cambio real, de rechazar la hipocresía y buscar representantes que trabajen constantemente por el bienestar de la sociedad, no solo cuando les conviene.
En este momento crucial, recordemos que el poder está en nuestras manos, en nuestro voto. No permitamos que la danza electoral nos ciegue ante la realidad. Exijamos honestidad, transparencia y compromiso real con la ciudadanía. El futuro de nuestra sociedad depende de nuestra capacidad para discernir entre la autenticidad y la farsa, entre aquellos que realmente nos representan y aquellos que solo buscan perpetuarse en el poder a cualquier costo.