La población de Jersón huye. En camiones, furgonetas, coches, los civiles intentan escapar de esta ciudad del sur de Ucrania, ante los incesantes bombardeos rusos. Una ciudad que hace apenas una semana celebraba su liberación, tras ocho meses de ocupación rusa.
“Nos están bombardeando. No nos queda otra solución -explica un hombre al volante de su coche, con un perro en las rodillas y su hijo pequeño en el lugar del copiloto-. Tres o cuatro días después de que se fueran, comenzó un intenso bombardeo. Muchas personas murieron o están heridas. Están disparando al centro de la ciudad, a las casas, a todo”.
Los vecinos de Jersón se despiden entre lágrimas. La electricidad ha sido restablecida, pero en la ciudad ya no quedan suministros básicos y las autoridades ucranianas instan a los habitantes a trasladarse a regiones más seguras.
El viernes salió desde Jersón un tren de evacuación con niños y personas enfermas. También salen autobuses hacia Odesa o Mikolai, donde la gente es realojada en refugios temporales.