sábado, mayo 18, 2024

La salud cuando se vive en grandes alturas

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Santo Domingo, RD. – El 2,2 % de la población del mundo vive en grandes alturas, esto quiere decir que están por encima de los 2.500 metros sobre el nivel del mar (m s.n.m).

En Colombia cerca de 17 millones de personas, casi un tercio de la población, residen entre los 2.500 y 3.000 m s.n.m. Bogotá es una de las ciudades con más habitantes en el mundo en esta gran altura.

Durante el ‘Simposio Internacional de Medicina de Altura’ realizado por la Facultad de Medicina de Los Andes, médicos, especialistas en pediatría, en enfermedades respiratorias y en diferentes campos de la salud, conversaron sobre los cambios que sufre la fisiología humana en sus órganos al vivir en niveles superiores de altura.

Además aclararon dudas e hicieron recomendaciones para realizar diagnósticos de las enfermedades que se presentan en estos casos.

Según Santiago Ucrós, pediatra de la Fundación Santa Fe de Bogotá, la altura incide en la funcionalidad de la córnea que, por ejemplo, se hace más delgada y pierde su curvatura normal, algo que afecta directamente la visión. Así mismo la piel también sufre graves alteraciones por la exposición a los rayos ultravioleta y que con la altura incrementa riesgos y afectaciones.

Adicional a ello, el doctor Ucrós señala que los recién nacidos en promedio tienen 100 gramos menos de peso por cada 1.000 m s.n.m de incremento en la altura.

Vivir en grandes alturas tiene implicaciones positivas

Pero vivir en estos lugares también tiene implicaciones positivas: “La incidencia de enfermedades coronarias, infarto de miocardio o la prevalencia de diabetes tipo dos es menor en la altura —explica Ucros—. Algo muy interesante es que algunos tipos de cáncer, como el de colon, son menos frecuentes”.

Existen patologías propias de la altura que aquejan principalmente a quienes realizan cambios bruscos de altitud y que no tienen una preparación previa de acondicionamiento físico para desplazarse a lugares con altos niveles de altitud.

Edema cerebral, edema pulmonar de altura, mal agudo de montaña, hipertensión pulmonar idiopática, y la enfermedad del monje, algunas de ellas, que se manifiestan con síntomas como dolor de cabeza, náuseas, vómito, fatiga, vértigo, insomnio o falta de apetito. Por esto, según los expertos, es de gran importancia identificar los niveles de altitud de la ciudad de destino y consultar al médico antes de realizar el viaje para recibir recomendaciones de prevención y evitar riesgos.

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