martes, julio 2, 2024

Las bebidas no alcohólicas y alcohólicas no pueden soportar más impuestos

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Por Mario Antonio Lara Valdez

La misma historia se repite en cada reforma fiscal, con la preocupación por posibles aumentos de impuestos a sectores que producen bebidas de consumo masivo, tanto alcohólicas como no alcohólicas.

La dinámica económica y social que generan ambos sectores productivos estan representadas en 150 mil empleos directos e indirectos entonces es propiciar aumentar la producción, la capacidad laboral y la inversión en cadenas de distribución a nivel nacional.

Nuestro objetivo es lograr que el gobierno aumente la recaudación a través de la aplicación de la reforma fiscal, que es necesaria por diversas razones, ya que hemos estado posponiendo estos ajustes a la economía dominicana. Es importante que entiendan que la preservación de empleos y la estabilidad de precios también son fundamentales.

La pregunta es sencilla: ¿sacrificar empleos y provocar un aumento de precios en productos de consumo masivo, que son parte fundamental de la alimentación diaria de niños, adolescentes, jóvenes, adultos y envejecientes en zonas rurales y urbanas, es la forma más sencilla de aumentar la recaudación? Esto sería injusto y tendría efectos negativos en estos segmentos de la población.

Las empresas que producen bebidas no alcohólicas tienen en su cartera productos como agua, jugos de frutas, jugos de vegetales, maltas, entre otros, que cumplen con diferentes certificaciones de calidad a nivel nacional e internacional, al igual que las empresas de bebidas alcohólicas.

Según datos de diversos expertos, estudios y organismos estatales, la evasión fiscal llega hasta o sobrepasa el 40%, lo mismo que la informalidad en el mismo porcentaje, lo que representa un desafío para mejorar la eficiencia gubernamental.

En esta propuesta de reforma fiscal, se puede desmontar ciertos privilegios o exenciones a sectores que ya han obtenido beneficios de estas iniciativas y que deben ser más eficientes sin estos privilegios.

En la actualidad, al visitar supermercados, colmados, mercados y restaurantes, se percibe la frustración en cada rostro al ver que el dinero no alcanza para satisfacer las necesidades básicas, especialmente en sectores sociales vulnerables.

No podemos ignorar la desconfianza de los ciudadanos en consumir agua del acueducto por diferentes factores, ni la falta de políticas públicas que promuevan la conciencia ciudadana sobre el buen manejo de los alimentos y una buena nutrición.

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