REDACCIÓN.- La preocupación crece entre los productores de soja en Estados Unidos, justo en plena temporada de cosecha, mientras las tensiones comerciales entre Washington y Pekín les cierran gradualmente el acceso al mayor mercado mundial de la oleaginosa.
Los agricultores se encuentran entre las primeras víctimas de la guerra comercial iniciada por el presidente Donald Trump, enfrentando una drástica caída en las compras de China.
En respuesta a los aranceles estadounidenses, Pekín aplicó un recargo del 20% a productos como la soja, encareciéndola frente a la proveniente de América Latina, según la Asociación de la Soja de Estados Unidos (ASA).
«Los precios han caído considerablemente debido a la guerra comercial», asegura Travis Hutchison, agricultor de Maryland. Aunque espera una buena cosecha, no está seguro de generar suficientes ingresos para sostener su explotación de 1.375 hectáreas, dedicada principalmente a soja y maíz.
Hutchison reconoce que apoyaba la presión del presidente hacia China, pero admite que la prolongación del conflicto genera frustración. «Se necesitan mejores acuerdos comerciales», dice.
Exportaciones a la baja
En un año, las ventas de soja a China, que representaban la mitad de los 24.500 millones de dólares en exportaciones estadounidenses, se han reducido al 50%, provocando una caída de los precios del 40%. La situación podría empeorar: en septiembre, Argentina suspendió impuestos a la exportación de varios productos, incluida la soja, haciéndolos más competitivos frente a los importadores chinos.
Trump ha prometido compensar a los agricultores estadounidenses con parte de los ingresos recaudados por los aranceles, aunque aún sin detalles claros.
Sin embargo, las recientes restricciones chinas a las exportaciones de tierras raras llevaron al mandatario a anunciar nuevos aranceles del 100% a productos chinos y cancelar su reunión con Xi Jinping, prevista para dentro de dos semanas.
«Es muy decepcionante», lamenta Caleb Ragland, presidente de la ASA. «Los productores de soja se encuentran en dificultades financieras».
Ayuda insuficiente
Hutchison considera que los agricultores son un blanco fácil en la guerra comercial y ve la ayuda prometida como una «curita». «Me alegra que se piense en nosotros, pero un acuerdo comercial es mucho más importante; somos agricultores a largo plazo», afirma.
China suele comprar soja entre octubre y enero, explica David Burrier, otro productor. «Este año será muy difícil que lo haga. El 40% de nuestra producción se venderá, en el mejor de los casos, al precio de coste».
La situación es especialmente crítica en los estados centrales de EE. UU., donde los silos ya están llenos y no encuentran salidas comerciales, según Scott Gerlt, economista jefe de la ASA.
Peor que en 2018
Gerlt asegura que la situación actual supera la crisis de 2018, cuando los agricultores estadounidenses perdieron 27.000 millones de dólares en exportaciones y el gobierno de Trump otorgó 23.000 millones en ayudas.
Ahora, además, el sector enfrenta mayores costos por aranceles sobre insumos y piezas para maquinaria agrícola, mientras los ingresos por su producción disminuyen.
Según Chad Hart, profesor de la Universidad Estatal de Iowa, las quiebras de empresas agrícolas han aumentado un 50% respecto a 2024, reflejando la presión financiera sin precedentes que atraviesa el sector.