viernes, enero 10, 2025

Que la euforia de dar sea eterna

El ánimo de dar crece en Navidad y claro, este período incluye  antes y después del 25diciembre.

Así, desde principios de mes, le entra al cuerpo y al alma ese je-ne-sais-quoi que  crece con los días y explota en Año Nuevo con abrazos, lágrimas y besos a granel.

El cerebro entra en una euforia, en un descontrol que pare impulsos de desprenderse e igual de  derrochar. Cierto, algunos sesos son más resistentes e incluso, impasibles a este fenómeno anual.
Otros perdieron esa capacidad y les da 11, 33 o cualquier otro número que al derecho y al revés sea igualito.

Unos tienden a deprimirse, a caer en esa depresión estacional que adormece el espíritu y los huesos.

Pero los más, los que son el objeto de este artículo reciben esa calentura, esa fiebre de gozar y de tirar la puerta por la ventana.

Ahh, ocurre que así mismo como pasan estas fiestas, desaparece ese brío altruista, aunque no siempre el de gastar.

Ese permanece, es más longevo. Qué gratificante pensar en lo hermoso de que ese sentimiento, esa capacidad de entrega logre sobrevivir a la chercha y al relajo en los que es convertida  la Natividad de Jesús y ahora Santacló es el protagonista. Ese viejo gordo y barrigón, definido por la iglesia católica como un ebrio, o sea, un borracho, que nada tiene que ver con San Nicolás,  el dadivoso santo del que copiaron el asunto de las medias por las chimeneas.

Increíble que un personaje inventado por la Coca Cola, anjá, por eso  el color rojo de su traje, haya ganado tanto espacio, tanto que ha pasado de una ficción, de un comercial a un ser real para muchos niños y para sus padres que lo aúpan.

Es cierto que Jesús también está sujeto a críticas sobre su autenticidad. Mas, por lo menos tiene una historia mejor construida, aunque salpicada de sincretismo, es sólida. No obstante, el caso no es poner a estos dos  a pelear. No. Es tocar el tema de la importancia de la solidaridad los 365 días del año y más si son bisiestos.

Que este embulle vaya lejos, muy lejos y la capacidad de donar (se) sea inagotable. Que quede evidenciado que no es necesario esperar Navidad ni fecha especial ninguna para hacer el bien, para dar un plato de comida, o llenar el alma con el pan de la enseñanza, una prenda de vestir o de adornar, alias joya ¿Por qué no? a los que la requieran.

Eso sí, que todo sea de buena gana y en perfecto estado. Tampoco salir de desechos. Esos van a los vertederos y hasta ahí, son hallados tesoros. Ahh Felices fiestas y a entregar hasta el tuétano.

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