martes, octubre 15, 2024

Ramsés Trujillo muere a los 61 años, en la ruina sin rastro de la fortuna de su abuelo dictador Rafael Leonidas Trujillo

Santo Domingo RD.– El hijo mayor de Lita y Ramfis Trujillo alimenta la truculenta historia de los herederos del líder más sanguinario de República Dominicana. Casado y con dos hijos, pasó sus últimos años en el barrio de Las Tablas aquejado de una hidrocefalia.
El miércoles 7 de septiembre del 2022 había poca gente en el cementerio de El Pardo. Algunos amigos y pocos familiares se reunían para despedir a Ramsés Trujillo, de 61 años, fallecido después padecer durante décadas una hidrocefalia que en los últimos meses le había mantenido en distintas UCI, contagiado además de covid y otras dolencias pulmonares. Sus restos mortales reposan junto a los de su padre y abuelo, el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
Ramsés tenía dos hijos y se había casado tiempo atrás con la empleada de una panadería. Vivían en Las Tablas, un barrio muy distinto al de La Moraleja, donde los hermanos habían pasado su infancia y adolescencia. La mala situación económica del mayor de ellos hacía dudar de la fabulosa fortuna que, se decía, habrían traído a su exilio en España, cifrada por algunos en más de 500 millones de euros.
Su hermano menor, Ricky, de 51, estaba presente en la ceremonia, aunque hacía años que no mantenían relaciones. Lita Milán, su madre, acompañó al hijo en su último adiós, después tiempo distanciados.
La muerte de este nieto del dictador dominicano revive otra vez la truculenta historia de esta familia, aunque parte de ellos eran desconocidos para la prensa. Ramsés y su hermano Ricky, los dos hijos de Litay su marido Ramfis Trujillo, protagonizaron una vida social intensa en España a finales en los años 80.
Eran bien parecidos, educados, jugaban al polo, destacaban en el golf, vivían a todo tren y tenían éxito con las chicas. La leyenda de que eran dueños de la gran fortuna esquilmada por su abuelo y padre, en República Dominicana, los hacían todavía más atractivos.
Lita Trujillo tenía más notoriedad que sus hijos. Al perder a su marido en 1969 por el accidente de automóvil que le costó la vida a Ramfis Trujillo, la antigua actriz de Hollywood empezó destacar como una viuda codiciada, con un carisma y atractivos poco comunes.
Umbral la convirtió en una de las negritas de sus columnas y en su mansión de La Moraleja reunía a lo mejor de la jet set del momento.
El tormentoso romance de Lita con el torero Jaime Ostos llevó a la pareja a las portadas de la prensa del corazón. Y fue precisamente viendo una de estas revistas en el kiosko, cuando Lita se enteró de que el torero la abandonaba sin previo aviso para casarse con la doctora María Angeles Grajal. La noticia añadía un nuevo capítulo al novelesco historial de poder, fortuna, abusos, excesos, crueldad, intrigasy misterio de la saga Trujillo.
Lo cierto es que el 28 de diciembre de 1969, día de los Santos Inocentes, Rafael, Ramfis, Trujillo Martínez, hijo mayor del mandatario, fallecía en una clínica de Madrid días después del choque frontal de su Ferrari contra el Jaguar de Teresa Beltrán de Lis, duquesa de Alburquerque. La aristócrata llevaba a su hijo al colegio y murió en el acto; el niño salvó su vida. Ramfis volvía a La Moraleja después de una noche de fiesta. Dejaba viuda a Lita y con pocos años a Ramsés y Ricky. Tenía otros hijos en España de anteriores matrimonios y todo hacía suponer que sus herederos se quedaban con una posición envidiable.
La vida del primogénito del dictador había cambiado de forma radical, el 30 mayo de 1961, cuando un grupo de opositores mató a tiros a Rafael Leónidas Trujillo, después de 31 años en el poder. Sus espeluznantes atrocidades han sido detalladas por distintos historiadores.
Desde asesinatos y canibalismo con sus oponentes políticos a violaciones de toda mujer en la que se fijara, incluso las de la alta sociedad dominicana. Mario Vargas Llosa cuenta de forma magistral en La fiesta del chivo las barbaries del déspota.
KIM NOVAK Y ZSA ZSA GABOR
A su muerte, tomó el poder su hijo Ramfis, un playboy aficionado a los coches de carreras, amante de estrellas de Hollywood como Kim Novak o Zsa Zsa Gabor y poco inclinado a la carrera militar o al poder. Pero asumió el mando con gusto, solo por vengar la muerte de su padre. Cuentan que ejecutó personalmente a los conspiradores con una pistola con culata de oro y obligó a comerse a uno de los detenidos, los restos de su hijo también asesinado.
Cuando los Trujillo tuvieron que abandonar finalmente su país, a borde del yate Angelita, llevaban a bordo el cadáver del dictador y sacos con millones de dólares en la bodega. Habían acumulado una de las mayores fortunas de América después de apoderarse de las principales empresas del país, cobrar tributos a los empresarios y apropiarse de sus mansiones y haciendas. Cuentan que la última esposa del tirano, doña María, era la única que sabía de memoria la cuenta cifrada en Suiza, con la fortuna acumulada mientras mandaban en el país, pero doña María perdió la memoria y los millones siguen amparados por el secreto bancario.
En 1962 se establecieron en España y Franco les recibió con los brazos abiertos. Sin embargo, la vida extravagante de Ramfis fue el inicio del declive económico de la familia, imparable después del accidente que le costó la vida. Lita Trujillo tampoco supo administrar su herencia, mal aconsejada o engañada por banqueros suizos y el abogado García Trevijano.
Acabó en la ruina, vendiendo sus joyas, el Rolls Royce y obligada por sus hijos a dejar la mansión de La Moraleja para ponerla a la venta. A sus 90 años, vive ahora en un piso cercano al Estadio Santiago Bernabéu cuya renta pagan algunos amigos generosos.
Estoy en un momento muy doloroso, pero quiero gestionar este proceso como algo muy personal y muy íntimo. Soy una figurita triste. Siempre lo he sido. Tengo el sentido trágico de la vida, aunque siempre lo he intentado disfrazar de frivolidad”, confesaba Lita Trujillo a LOC durante una entrevista hace un tiempo.
VIAJES A LA ISLA
Desde su finca de Extremadura, Ricky Trujillo, el hijo menor de Lita, lamenta la muerte de su hermano. “Era mi amigo inseparable, mi otra mitad, pero por su enfermedad empezó a desvariar y se hizo imposible ayudarle.
Lo intenté durante 20 años. Yo tengo mi vida, mis caballos, mis hijos. Soy español y soy dominicano y voy a la isla dos o tres veces al año. Tengo negocios allí, creados por mí, pero nada que haya sido de los Trujillo. Me siento orgulloso de algunas personas de mi familia, de otras, no. Pero aquello fue el pasado”

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