Por: José Rafael Padilla Meléndez, docente y analista político.
La lluvia del viernes: caos y pérdidas
La mañana y buena parte de la tarde del pasado viernes, Santo Domingo volvió a mostrar su vulnerabilidad. Bastaron unas horas de lluvia intensa para que avenidas y barrios se convirtieran en ríos improvisados, con autos varados, viviendas inundadas y familias que lo perdieron casi todo en minutos.
Las crónicas ciudadanas vídeos en redes sociales, reportes de tránsito colapsado, emergencias atendidas por los bomberos confirmaron el drama: el eterno problema del drenaje pluvial en la capital dominicana sigue sin resolverse. Y lo más grave, la pérdida de vidas humanas vuelve a estar presente, como en episodios recientes, donde túneles y pasos a desnivel han cobrado víctimas.
Un problema estructural:
El colapso no es fruto de la casualidad, sino de causas acumuladas durante décadas:
- Infraestructura insuficiente: solo un 30 % de la red vial cuenta con drenaje pluvial funcional, según datos de Diario Libre (2024).
- Mantenimiento deficiente: los imbornales se tapan de basura y sedimentos, reduciendo la capacidad de evacuación.
- Cambio climático: lluvias cada vez más intensas superan los cálculos hidráulicos originales.
- Expansión urbana desordenada: la ciudad se ha pavimentado, anulando áreas de absorción natural.
- Fragmentación institucional: múltiples entidades con responsabilidades dispersas y poca coordinación.
El resultado es previsible: cada tormenta se traduce en daños materiales, interrupción de servicios y, en los peores casos, pérdida de vida.
Daños recientes, cifras y lecciones:
- Inundaciones relámpago: en menos de 30 minutos, varias avenidas principales quedaron intransitables.
- Colapso estructural: el recuerdo del paso a desnivel en la 27 de febrero con Máximo Gómez (noviembre 2023) sigue vivo: muros que cedieron bajo presión de agua mal drenada y víctimas mortales.
- Pérdidas millonarias: entre viviendas afectadas, vehículos dañados y comercios paralizados, los costos superan decenas de millones de pesos por evento.
Lo más preocupante: estos daños son recurrentes. Lo que debería ser “excepcional” se ha convertido en rutina y por ello necesitamos soluciones reales para un drenaje eficaz, no basta con improvisar reparaciones. Se requiere un plan integral con visión de ciudad resiliente y para ello proponemos algunas ideas estructuradas en tres niveles:
- Acciones inmediatas (1–2 años)
- Limpieza sistemática de imbornales y colectores con brigadas municipales permanentes.
- Construcción de colectores de emergencia en puntos críticos de inundación.
- Introducción de pavimentos permeables en calles secundarias y cunetas vegetadas.
- Instalación de cisternas pluviales en edificios públicos para captar y reutilizar agua.
- Medidas de mediano plazo (3–5 años)
- Creación de un Plan Maestro de Drenaje del Gran Santo Domingo, con modelaciones hidrológicas modernas.
- Restauración de cañadas y cuencas urbanas para que vuelvan a cumplir su rol natural.
- Regulación urbana estricta: nuevas construcciones deberán garantizar espacios permeables y estudios hidráulicos.
- Estrategia de largo plazo (5–20 años)
- Rediseño integral de la red pluvial de la ciudad, sobredimensionada para lluvias extremas.
- Fondos hídricos urbanos sostenibles, con aportes estatales, municipales y privados.
- Educación ciudadana para cambiar la cultura del vertido de basura que tapa los drenajes.
El llamado político
El drenaje pluvial no es un lujo ni un tema técnico marginal: es una cuestión de seguridad ciudadana y vida urbana digna. Cada peso que se deja de invertir en drenaje se multiplica en pérdidas materiales, tragedias humanas y desconfianza social.
La República Dominicana necesita comprender que las lluvias no son enemigas: el enemigo es nuestra incapacidad para planificar y gestionar el agua de manera adecuada.
El viernes pasado fue otra advertencia. Que no se quede en titulares pasajeros: que se convierta en el punto de partida de un compromiso nacional serio con el drenaje urbano.