viernes, mayo 3, 2024

“Cascarita” el anciano que juega al fútbol con una piedra de seis kilos

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Ecuador. – “Cascarita”, el ecuatoriano Manuel Loor de 68 años, a quien ni un centímetro de su cuerpo le duele cuando lanza una piedra de seis kilos en forma de pelota, la eleva al cielo más alto y la recibe como si fuera una pluma detrás de su cuello.

La mirada atónita de los transeúntes es inmediata. El ecuatoriano logra cautivar en segundos a más de una de las personas que asisten a los partidos sudamericanos Sub’20 en la ciudad colombiana de Cali.

Suena el aplauso, mientras «Cascarita» vuelve a tomar la pesada esfera en su mano y rebota una pelota con el pie mientras aparece una sonrisa en su rostro, porque siente satisfacción al saber que ganará algo de dinero que le permitirá comprar el boleto para ver a su amado Ecuador en el campo.

Nació en Portoviejo, en la provincia de Manabí, y siempre soñó con viajar por el mundo jugando fútbol con la selección ecuatoriana de fútbol, pero una lesión lo sacó del campo.

Sin embargo, eso no le quitó de la mente su sueño.

«Quería ser famoso y marcar goles, quería representar a mi país, pero no podía. Lo que hice fue coger pelotas y empezar a rebotarlas, ganar dinero con mi show ‘Cascarita’ y caminar por todo el planeta, soy un trotamundos”, dijo.

El hombre llegó al Subamericano Sub’20 porque cree que hay un futuro prometedor en el equipo naciente, por lo que los sigue como lo ha hecho con el equipo mayor desde 1983.

«Tengo mi esposa, una hija y dos nietos, pero siempre camino sola. Este es el costo del amor para el Tri. Los entrenadores me conocen, los futbolistas también, y donde estén allí estaré allí”, dice Cascarita.

De repente, el hombre de pelo blanco se pone un palo en la boca y con envidiable agilidad levanta otra pelota hasta su cara para que gire varias revoluciones, como si las porterías se encontraran en cada una de esas vueltas.

Manuel no conoce las distancias. Ha estado presente en siete ediciones de la Copa América y en seis Clasificatorios para la Copa del Mundo, también vino con su espectáculo a la Copa del Mundo en Brasil.

Muchos dicen que varias estrellas del equipo ecuatoriano lo están buscando, ya que consideran que tomarse una foto con “Cascarita” es buena suerte. Tal amor por los tres colores de la bandera es sin duda una buena recarga antes de saltar a un partido.

“He recorrido miles y miles de kilómetros, a veces ni siquiera por esta fiebre futbolística, siento que debo estar al lado de ellos, y ellos a mi lado”, dice el apasionado aficionado.

De repente guarda la pelota y la pesada piedra que lo han acompañado durante casi 10 años en sus viajes para sacar una camisa gigante de cuatro metros de su mochila.

El amarillo, el azul y el rojo ecuatorianos no se desvanecen, porque lo cuida como un tesoro.

Sin embargo, la felicidad no es completa para “Cascarita”. No pudo asistir a la Copa del Mundo en Qatar debido a problemas financieros, esta vez la distancia le dolió mucho y el espectáculo en la calle ni siquiera fue suficiente para un boleto de avión.

«Solo quiero una cosa: ver a mi equipo ecuatoriano convertirse en campeón del mundo. He llorado cada vez que pierde, he sufrido cuando se marcan goles, pero no me canso de animarla”, dice Loor, optimista.

Agarra su mochila, recoge el dinero que ha ganado, cuenta cada moneda y billete para ver si será suficiente para el próximo boleto y en broma se va riendo.

«Hasta que no tenga ánimo, acompañaré al Tri, seguiré haciendo mi show y gritando los goles de cada jugador. Por ahora, espero que el Gobierno de Ecuador me declare embajador del buen fútbol y muera vestido de amarillo, azul y rojo», concluye.

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