REDACCIÓN SALUD.- Recibir el diagnóstico de cáncer en general, o de un cáncer de la sangre en particular, puede ser devastador: es una noticia que impacta y tal vez paraliza. Sin embargo, desde la Asociación Leucemia Mieloide Argentina (ALMA), la Asociación Civil Linfomas Argentina (ACLA) y la Fundación Argentina de Mieloma (FAM), se encargaron de aclarar que, gracias a los avances que ha habido en los últimos años, tener cáncer de la sangre definitivamente ya no es una sentencia, ni mucho menos.
En algunos tipos de leucemia, mieloma o linfoma, las tasas de remisión y respuesta son muy elevadas, al igual que los controles sostenidos en el tiempo, lo que permite llevar una vida prácticamente normal y seguir trabajando o realizando actividad física, siempre que se cumpla con el tratamiento y con las indicaciones del médico.
Entre otros, desde las organizaciones de pacientes enumeraron los siguientes cinco:
1. Desafíos sociales: las personas con cáncer pueden enfrentar estigmatización, discriminación o falta de comprensión de parte de los demás por la falta de conciencia o desconocimiento. Esto puede afectar relaciones personales, vida social e integración en la comunidad.
2. Desafíos emocionales: el cáncer sigue generando miedo, ansiedad, depresión, tristeza y estrés. El futuro genera incertidumbre, al igual que la preocupación por la respuesta al tratamiento, los cambios en la imagen corporal y la autoestima, además de la carga emocional de lidiar con la enfermedad.
3. Desafíos económicos: aunque por ley está prevista la cobertura del tratamiento integral del cáncer, que incluye estudios de diagnóstico, internaciones, medicación y/o cirugías, existen -por ejemplo- gastos indirectos vinculados a traslados y estadías de quienes viajan a otra ciudad para ser atendidos por un especialista o en un centro de alta complejidad, lo que impacta además sobre el presentismo laboral propio y del acompañante, que puede ser la pareja o un hijo, entre otros.
Laborales y acceso
4. Desafíos laborales: suelen aparecer dificultades en el entorno laboral, como discriminación, falta de apoyo o la necesidad de reducir la jornada, tomar licencias médicas prolongadas o enfrentar cambios en las responsabilidades, lo que puede afectar la estabilidad y las perspectivas profesionales.
5. Desafíos de acceso a la salud: en nuestro país, la mayoría de los tratamientos innovadores están aprobados por ANMAT, pero muchas obras sociales y prepagas no actualizan sus vademécums. Entonces, sin argumentos científicos, niegan el acceso a opciones que, para algunos pacientes, podrían cambiar el curso de su enfermedad. También se dan demoras e interrupciones en las entregas, lo que puede reducir la eficacia terapéutica. Esto se suma a la falta de atención personalizada y al poco acompañamiento que brindan algunas obras sociales y prepagas, lo que genera un estrés adicional en los pacientes que ya vienen teniendo que lidiar con trabas y demoras en el acceso a estudios médicos y medicamentos.