REDACCIÓN INTERNACIONAL.– La tecnología ocupa cada vez más espacios en nuestra vida cotidiana y todas estas herramientas tecnológicas necesitan que personas la diseñen, carguen información y la adapten. Es fundamental que esta tarea sea realizada por grupos heterogéneos.
En este contexto, la falta de mujeres en tecnología atenta contra el desarrollo global. “Las mujeres siguen siendo minoría en las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, por sus siglas en inglés) y, por ende, en el diseño y la creación de tecnología. Esto provoca que las innovaciones que impactan en la vida de toda la población estén sesgadas y que representen solo a una parte de la sociedad”, señala Paula Coto, directora ejecutiva de Chicas en Tecnología (CET), una organización sin fines de lucro cuyo propósito es reducir la brecha de género en tecnología en América Latina.
Por otro lado, Coto agrega que la tecnología que se crea en la actualidad está principalmente pensada por un subconjunto poblacional. “En líneas generales, se trata de hombres blancos, de mediana edad, de ciertos contextos socioculturales y con ciertas características. Y esa situación para nosotros es importante, debemos mostrar que otro tipo de tecnología es posible”, detalla.
Esto se ve reflejado en diferentes aplicaciones y soluciones, por ejemplo, en las traducciones automáticas. Es que idiomas como el inglés no exigen la utilización de pronombres para ciertos trabajos, pero en español sí se necesitan. En la interpretación se ve reflejado el sesgo: les atribuyen pronombres femeninos a actividades relacionadas con la limpieza de la casa, la cocina y el cuidado de los hijos e hijas; y en ocupaciones como trabajar o estudiar predominan pronombres masculinos.
La importancia de la participación femenina
Que la tecnología que impacta en la vida de toda la población esté creada por un grupo de la sociedad implica que carga con un sesgo. “Esto hace que lo que se diseña, desarrolla y efectivamente termina usando la gente no sea inclusivo, justo o equitativo.
