El castillo de Chantilly reveló los secretos de “Les Très Riches Heures du duc de Berry”, considerado por historiadores del arte como uno de los manuscritos medievales más importantes del mundo.
La muestra permanecerá abierta hasta el 5 de octubre de 2025 y permitió observar de cerca piezas habitualmente inaccesibles al público gracias a un proceso de restauración y desmontaje temporal del manuscrito.
Una exposición irrepetible en el castillo de Chantilly
El museo Condé aprovechó la restauración del manuscrito para exhibir de forma inédita veintiséis miniaturas separadas de su encuadernación original. Estas iluminaciones se presentaron junto a obras procedentes de colecciones internacionales, lo que permitió contextualizar su creación. El manuscrito, iniciado en 1411, fue cuidadosamente desmontado para su estudio y conservación.
La muestra se estructuró en torno a dos cuadernos iluminados que formaron el calendario del manuscrito. Estas piezas se dispusieron en el centro de la sala, abiertas en la célebre página del “Hombre zodiacal”, mientras que las doce dobles páginas que representan los meses del año rodearon la escena en dos filas concéntricas. Esta disposición facilitó la contemplación de los detalles y estilos que caracterizan la obra.

Historia y relevancia de un manuscrito legendario
“Les Très Riches Heures du duc de Berry” fue encargado a comienzos del siglo XV por Jean de Berry, duque, coleccionista y bibliófilo. La obra fue inicialmente iluminada por los hermanos de Limbourg, artistas originarios de Nimega. Tras la muerte de los tres hermanos en 1416, el manuscrito quedó inconcluso y otros artistas lo completaron en décadas posteriores.
Entre ellos se destacó Barthélémy d’Eyck, quien trabajó en la pieza para la familia real alrededor de 1416, y Jean Colombe, quien añadió nuevos elementos pictóricos hacia 1485, cuando el manuscrito pertenecía a Carlos I de Saboya. La obra fue adquirida en 1856 en Génova por el duque de Aumale, quien la conservó en Chantilly y la difundió al público mediante la fotografía, una tecnología emergente en ese momento.
El manuscrito se consideró una cumbre del arte medieval, tanto por la calidad de sus ilustraciones como por la complejidad de su ejecución. La exposición permitió rastrear las distintas etapas de su creación y los estilos de los diversos artistas involucrados durante más de un siglo.
Jean de Berry: mecenas, coleccionista y bibliófilo
La figura de Jean de Berry fue central en la génesis del manuscrito. Como mecenas, reunió en Bourges a numerosos artistas, convirtiendo la ciudad en un importante centro creativo. Encargó su propio sepulcro, esculpido en mármol blanco por Jean de Cambrai, siguiendo la tradición de su hermano, el duque de Borgoña.

El manuscrito reflejó sus dominios —Auvernia, Poitou, Étampes y Boulogne— y presentó una imagen idealizada de un mundo próspero, distante de los conflictos como la Guerra de los Cien Años y las luchas entre armagnacs y borgoñones. Además de su rol como mecenas, Jean de Berry fue un ferviente coleccionista de objetos de arte y piedras preciosas. Algunas de estas piezas, que escaparon a la fundición durante tiempos de guerra, se exhibieron al inicio de la muestra.
Christine de Pizan, escritora de la época, escribió que el duque “amaba los bellos libros de ciencias morales y políticas, la historia romana y las lecturas instructivas”. La exposición incluyó por primera vez desde 1416 los seis salterios que le pertenecieron, junto a manuscritos provenientes de la Biblioteca Nacional de Francia, Ginebra y Nueva York.
Detalles artísticos y técnicos de una obra sin igual
La riqueza de “Les Très Riches Heures” se manifestó en su virtuosismo técnico y estético. Tras completar las “Belles Heures” entre 1405 y 1409, los hermanos de Limbourg iniciaron en 1411 la decoración de esta nueva obra. Connaissance des Arts informó que se realizaron tres campañas de iluminación en cinco años, con la participación de cuatro copistas, nueve iluminadores y ocho pintores de iniciales.
Todos los elementos del manuscrito fueron pintados, incluso los finales de línea de los párrafos, lo que demostró el meticuloso trabajo de sus creadores. Entre los detalles técnicos destacó el uso de reflejos de plata en el agua de ciertas escenas, así como el empleo de pergamino ultrafino, que permitió ver las ilustraciones del reverso de las páginas.

En la sección del calendario se alternaron escenas de la vida rural —como la vendimia en septiembre frente al castillo de Saumur, propiedad de Luis II de Anjou— con ilustraciones astronómicas y listas de santos. También figuró el torneo Pas du Perron, organizado en 1446, pintado por Barthélémy d’Eyck y complementado por Jean Colombe.
Investigación y restauración: nuevos hallazgos
La restauración llevada a cabo por el Centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia (C2RMF) permitió estudiar a fondo los materiales y técnicas empleados. Los especialistas analizaron el pergamino y detectaron escasas correcciones por parte de los iluminadores.
Gracias al desmontaje temporal del manuscrito, fue posible identificar detalles imperceptibles a simple vista y distinguir los distintos estilos de los artistas. Un recurso audiovisual basado en ampliaciones de los folios permitió al público apreciar estos matices y comprender la complejidad del proceso creativo.
Además, la restauración reveló aspectos inéditos como la disposición original de los cuadernos y la secuencia completa de las ilustraciones, elementos hasta ahora inexplorados.