REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Una de las costumbres más populares es el colocar el nacimiento del niño Jesús debajo del árbol de Navidad como parte de la decoración decembrina. Hoy en día existen muchos estilos de sets con diferentes tamaños, colores y formas que representan a la virgen María, José, los pastores y los Reyes Magos contemplando a Jesús recién nacido. Sin embargo, pocos conocen el remoto origen de esta tradición que sucedió muy lejos de tierras americanas.
El origen
Giovanni Bernardone, mejor conocido como San Francisco de Asís, es reconocido como el autor del primer nacimiento de la historia alrededor de 1223 en Greccio, Italia. Bajo la austeridad de su vida franciscana, él buscaba una forma de escenificar el nacimiento de Jesús.
San Francisco de Asís pidió permiso al papa Honorio III para llevar a cabo esta escenificación en el pueblo de Greccio, por lo que 15 días antes del 25 de diciembre, el franciscano inició los preparativos en una gruta con ayuda de los habitantes del lugar.
Para la representación, colocaron un pañuelo blanco sobre un altar, una gran cantidad de paja, una mula y un buey; mientras, algunos voluntarios personificaron a la virgen María, José, el niño Jesús y los pastores. Además, asistieron frailes, y habitantes de Greccio y pueblos aledaños.
Dado el éxito de esta escena viviente, la gruta se convirtió en capilla en el año 1228 y actualmente permanece casi intacta. A partir de entonces, esta tradición se difundió en los conventos franciscanos y fue expandiéndose por el mundo, con el Papa Juan XXIII como su mayor difusor.
La tradición de los nacimientos vivientes se fue expandiendo por Europa, hasta que en el siglo XV se realizó el primer nacimiento hecho con figuras de barro en la ciudad de Nápoles.
Actualmente, la costumbre de manufacturar dichas artesanías en madera, fibras vegetales, hojalata o barro, es una tradición en algunas ciudades como Tzintzuntzan, Michoacán; Metepec, Estado de México; Tolimán, en Guerrero; y Tlaquepaque, Jalisco.