El líder namibio Hage Geingob, de 82 años y que recibía tratamiento contra el cáncer, había sido presidente desde 2015 y se disponía a terminar su segundo y último mandato este año.
El Presidente, que murió rodeado de su familia, había regresado a Namibia en enero procedente de Estados Unidos, donde se sometió a un “novedoso tratamiento para células cancerosas” de dos días de duración, según su oficina. En 2014 ya había sobrevivido a un cáncer de próstata.
En este tiempo no había dejado de dirigir la Organización Popular del Suroeste de África (SWAPO, según sus siglas en inglés), que ha estado a la cabeza de esta desértica nación desde su independencia, en 1990, de la Sudáfrica del régimen segregacionista del apartheid.
Namibia, situado en la costa suroccidental de África, hoy con poco más de 2,5 millones de habitantes -según el ministerio de Asuntos Exteriores-, es rico en diamantes, oro y uranio.
A pesar de estar clasificada como nación de renta media-alta, las desigualdades socioeconómicas siguen siendo generalizadas, según el Banco Mundial, pero goza de estabilidad política y económica en una región que durante mucho tiempo ha sido escenario de conflictos, disputas militar y elecciones refutadas.
Geingob jugó un rol central en la construcción de una de las democracias más estables de África, esto tras regresar de un largo exilio en Botswana y Estados Unidos como activista contra el apartheid.
A lo largo de su gobierno mantuvo estrechas relaciones con Estados Unidos y otros países occidentales, pero también, como muchos líderes africanos, forjó una cálida relación con China, Rusia y otras potencias.
El Presidente ruso, Vladimir Putin, fue uno de los líderes que enviaron sus condolencias el domingo, afirmando que llevaría “para siempre” el recuerdo de su encuentro con Geingob. “Es difícil sobrestimar su contribución personal al desarrollo de las relaciones amistosas entre Namibia y Rusia”, declaró en un comunicado.
Asimismo, más de una docena de líderes africanos resaltaron el legado y el aporte de Hage Geingob a la región.
Condolencias del presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, tras la noticia del fallecimiento del Presidente de Namibia.
Una vida en defensa de causas de libertad
El líder namibio nacido en 1941, al norte del país, en la ciudad de Otjiwarongo, estuvo comprometido en los años sesenta en la lucha por la liberación de Namibia, mientras estudiaba para ser maestro, aunque tuvo que someterse a la ideología segregacionista del sistema de educación bantú, impuesto desde el vecino Sudáfrica, que imponía una formación deficiente para la población negra.
Fotografía publicadas en 2020, por Hage Geingbow, cuando regresó en 1989, tras 27 años de exilio.
Geingob vivió 27 años en el exilio, pasando temporadas en Botswana, Estados Unidos y Reino Unido, este último país donde estudió un doctorado en política.
La causa de liberación de su país lo llevó a recorrer África y a enfrentar dos intentos de asesinato por parte de las Fuerzas Armadas sudafricanas.
Su compromiso continuó en EE. UU. en donde estudió en las Universidades de Filadelfia y Nueva York. Desde allí siguió formando parte de la entonces clandestina SWAPO, de Naciones Unidas.
A su regreso a África, en 1998, demostró un compromiso y un carácter de conciliación que le permitió liderar la Asamblea Constituyente que redactó la nueva Constitución.
Un legado político a corto plazo
Cuando Geingob llegó a la presidencia en 2015, ya había sido el primer ministro que más tiempo había ocupado el cargo: 12 años desde 1990 y un periodo más breve en 2012.
Sin embargo, el desgaste de su popularidad fue evidente. En las elecciones de 2014 obtuvo una amplia mayoría, con el 87% de los votos. No obstante, cinco años más tarde, ese porcentaje había caído al 56%, según las cifras de la Comisión Electoral surafricana.
Su partido, según lo consigna BBC, también se enfrentó a varios escándalos de corrupción durante su mandato. Entre ellos, el conocido como Fishrot, en el que ministros y altos cargos fueron acusados de aceptar sobornos a cambio de la concesión de lucrativas cuotas de pesca.
Luego que el presidente de Namibia falleciera, el vicepresidente Nangolo Mbumba tomó juramento para completar el tiempo restante en el cargo, como lo contempla la Constitución.
Según un comunicado del gobierno, Mbumba dirigirá Namibia hasta el 21 de marzo del 2025, fecha en la que tomará posesión el ganador de las elecciones, que deberán ser convocadas en noviembre de este año.
Después seguirá el relevo generacional de la política en Namibia, que se enfrenta a un reto dado el desgaste de la confianza de la población en las autoridades, que según dijo Henning Melber, profesor del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Pretoria, en el 2021, a The Conversation, se ve reflejado en la escasa legitimidad del antiguo movimiento de liberación, la Organización Popular del África Sudoccidental (SWAPO).
Además, “la nueva dinámica sugiere que la cultura política (en Namibia) está dañada. El Parlamento ha sido testigo de contiendas físicas, insultos y comentarios sexistas” precisó el académico.