La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) acaba de concluir su cuadragésimo período de sesiones, que tuvo lugar en Lima, Perú, del 9 al 11 del presente mes de octubre, con la participación de delegaciones de 36 países de la región.
En ese marco, el organismo regional puso en circulación la investigación titulada “América Latina y el Caribe ante las trampas del desarrollo: Transformaciones indispensables y cómo gestionarlas”, un trabajo de 300 páginas, que bien valdría la pena leer para conocer con mayor profundidad la realidad monda y lironda que afecta al área.
Desde la introducción de la propuesta, que fue validada por los asistentes a la plenaria, la CEPAL comienza a poner dedos en las profusas llagas del modelo económico latinoamericano y del caribeño y plantea enfoques, cuyos contenidos no pueden ser ajenos al conocimiento de líderes y dirigentes políticos, empresariales, sociales, sindicales ni religiosos, y sin exagerar, creo que tampoco a ningún ciudadano por común que pueda presumirse.
“La trampa de la baja capacidad para crecer”; “La trampa de la elevada desigualdad y los bajos niveles de movilidad y cohesión sociales”; “La trampa de las capacidades institucionales débiles y la gobernanza poco efectiva”; y el “Decálogo de brechas estructurales y sus respectivas grandes transformaciones”, figuran entre los enfoques presentados por la CEPAL.
En el mismo contexto de la introducción y, concomitantemente, con el diagnóstico se presentan, entonces, las propuestas de soluciones a los males socio-económicos ya antes señalados.
“Cómo gestionar las transformaciones”; “Cómo gestionar la gran transformación productiva”; “Cómo gestionar la gran transformación en materia de reducción de la desigualdad y aumento de la movilidad y la cohesión sociales”; “Cómo gestionar la gran transformación hacia la sostenibilidad”; y Cómo movilizar recursos para financiar el desarrollo”, son preguntas que en este trabajo encuentran respuestas.
Plantea la CEPAL que América Latina y el Caribe enfrentan diversas trampas de desarrollo que constituyen grandes obstáculos en la construcción de un futuro más productivo, inclusivo y sostenible, sin obviar el contexto internacional y global en los ámbitos geoeconómicos y geopolíticos y que, según este órgano regional, “se encuentra en transición hacia nuevas reglas para el comercio y la inversión”. (CEPAL, 2024).
Las reflexiones finales de este invaluable estudio socioeconómico de América Latina y el Caribe son líneas referenciales que no deben ser desconocidas u obviadas en República Dominicana y, por supuesto, que deben ser compartidas, para no dar la espalda a una latente realidad que han venido construyendo, desde hace muchos años, actores sociales, políticos, empresariales y de otro tipo que, por lo demás, hoy pretenden escurrir el bulto.
Sugieren entre las grandes transformaciones de la región, la transformación productiva; la de reducir la desigualdad y promover la inclusión y la movilidad social; y la de impulsar la sostenibilidad y combatir el cambio climático; junto a otros dos temas analizados de manera transversal.
Estos dos temas son el reto de mejorar las capacidades institucionales y los procesos de diálogo social para gestionar las antes citadas; y el reto de movilizar financiamiento para las transformaciones planteadas y para el desarrollo, en sentido general.
No hay dudas de que el Estado de República Dominicana, que está de moda, está cimentando la búsqueda de respuestas a sus viejas deudas sociales acumuladas, sobre bases de medidas que, aunque son odiosas, también deben ser y son inaplazables.
Viendo todo este contexto, se debe convenir en que ciertamente el presidente de la República, Luis Rodolfo Abinader Corona, ha sido y es valiente al dar inicio a procesos de reformas que debieron haberse hecho desde hace mucho tiempo, pero que, por coyunturas, y quién sabe por cuántas cosas más, se fueron aplazando.
Hoy, estamos frente al “presidente reformador”. Alguien tenía que hacerlo. Lo ha asumido Luis Abinader, que busca cerrar la posibilidad de que alguien desee aspirar a la Presidencia de la República más allá de dos períodos consecutivos, aunque fuese él mismo.
¡Enhorabuena! Es tiempo de enfrentar las trampas y vencer los miedos. De repensar, reimaginar y transformar los modelos de desarrollo de América Latina y el Caribe.