REDACCIÓN.- Las uvas, uno de los frutos más antiguos cultivados por la humanidad, representan un pilar fundamental en la agricultura y la gastronomía mundial.
Con una diversidad de variedades que ofrecen un amplio rango de sabores y características, este fruto no solo aporta beneficios nutricionales considerables. Las uvas son conocidas por sus múltiples beneficios para la salud, gracias a sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, desintoxicantes y protectoras.
Entre sus principales componentes destaca el resveratrol, un potente antioxidante que ayuda a bloquear los radicales libres y a proteger las células frente al envejecimiento y la degeneración.
Este compuesto también posee propiedades antitumorales que pueden inhibir el crecimiento de células cancerosas, actuando en la prevención de ciertos tipos de cáncer, como el de mama y el de colon.
El consumo de uvas aporta efectos antiinflamatorios que pueden aliviar enfermedades inflamatorias. Su capacidad desintoxicante contribuye a mejorar la función del hígado y los riñones, favoreciendo la eliminación del ácido úrico y otros desechos gracias a sus propiedades diuréticas.
Este efecto resulta especialmente útil en casos de gota y litiasis renal, condiciones en las que la acumulación de ácido úrico o la formación de cálculos pueden afectar la salud.Otro beneficio de las uvas es su impacto en la salud cardiovascular. Su contenido en flavonoides y resveratrol mejora la función de las arterias, ayuda a reducir el colesterol LDL y aumenta el HDL, lo que favorece un equilibrio saludable en los niveles de colesterol.
El potasio presente en las uvas contribuye a disminuir la presión arterial, lo que beneficia a personas con hipertensión y reduce el riesgo de trombosis y otras complicaciones cardiovasculares.
En el campo de la salud visual, las antocianinas presentes en las uvas ayudan a proteger los ojos frente al estrés oxidativo, reduciendo el riesgo de enfermedades oculares degenerativas, como las cataratas y la degeneración macular. Además, las uvas ofrecen beneficios para la piel, ya que sus componentes retrasan la aparición de arrugas y contribuyen a mantener una apariencia juvenil, lo que explica su uso frecuente en tratamientos de belleza y productos cosméticos.
A pesar de su contenido en azúcares naturales, las uvas presentan un bajo índice glucémico, lo que permite que personas con riesgo de diabetes tipo 2 puedan consumirlas sin preocupación. Además, sus compuestos bioactivos pueden mejorar la sensibilidad a la insulina, ayudando en la prevención de esta enfermedad. Los polifenoles presentes en las uvas también ofrecen una protección significativa frente a enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson, al reducir la inflamación y el daño oxidativo en el cerebro.
Cómo ayudan las uvas a cuidar la visión
Las uvas, especialmente las variedades blancas, ofrecen beneficios importantes para la salud visual gracias a su contenido de antioxidantes y vitaminas que protegen los ojos del daño oxidativo.
Estos compuestos, como la vitamina C y la quercetina, ayudan a reducir el riesgo de desarrollar enfermedades oculares degenerativas, tales como las cataratas y la degeneración macular. De acuerdo con la Clínica Baviera, en Alemania, estos nutrientes también apoyan la salud del revestimiento ocular, protegiendo las estructuras visuales esenciales frente a los efectos del envejecimiento y factores ambientales que afectan la visión.
El poder antioxidante de las uvas respalda la integridad de las arterias que irrigan los tejidos oculares, tal como afirma la Academia Americana de Oftalmología. La preservación de estas arterias es clave, ya que son las encargadas de transportar oxígeno y nutrientes a los ojos.
El consumo de antioxidantes dietéticos, como los que contienen las uvas, disminuye el estrés oxidativo en el organismo, lo que a su vez puede inhibir la formación de productos de glicación avanzada (AGE), sustancias que pueden afectar negativamente la retina. Así, los antioxidantes de las uvas parecen contribuir a mejorar la densidad óptica del pigmento macular, fundamental para una visión saludable.
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En un estudio reciente realizado por la Universidad Nacional de Singapur y publicado en la revista científica Food & Function, se analizó el impacto del consumo regular de uvas en personas adultas mayores. Los participantes que consumieron aproximadamente 200 gramos de uvas diarias durante 16 semanas presentaron mejoras en varios biomarcadores de salud ocular, en comparación con aquellos que no las consumieron.
Entre estos resultados, se observó un aumento en la densidad del pigmento macular y una mayor capacidad antioxidante en el plasma, aspectos esenciales para la protección y funcionamiento adecuado de la retina. Los participantes que no consumieron uvas mostraron, en cambio, un incremento de AGE dañinos, lo que refuerza la idea de que los componentes de las uvas pueden desempeñar un papel preventivo en el daño ocular.
¿Por qué aparecen las cataratas?
Las cataratas suelen aparecer como parte del proceso natural de envejecimiento, especialmente después de los 40 años. Según los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), en esta etapa de la vida las proteínas del cristalino comienzan a descomponerse de manera natural, lo que lleva a que se torne progresivamente opaco.
En un ojo sano, el cristalino permite que la luz pase sin obstáculos hacia la retina, generando una imagen clara. Sin embargo, con la aparición de cataratas, esta lente natural pierde su transparencia, lo que provoca una visión borrosa.
Aunque el envejecimiento es el principal responsable del desarrollo de cataratas, existen factores de riesgo que pueden acelerar su aparición. Uno de estos factores es el historial familiar de cataratas, lo cual sugiere una predisposición genética.
También se ha identificado que la diabetes y ciertas enfermedades inflamatorias oculares pueden influir en el surgimiento de esta condición. Una lesión grave en el ojo, así como cirugías previas para tratar el glaucoma u otras enfermedades oculares, pueden incrementar la posibilidad de opacidad en el cristalino.
Algunos medicamentos, como los esteroides utilizados para tratar afecciones como la artritis o las alergias, también se asocian al riesgo de cataratas. Además, la exposición a la radiación, como ocurre en tratamientos de radioterapia contra el cáncer, contribuye a este proceso degenerativo.
El estilo de vida también tiene un impacto: el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y una exposición prolongada a la luz ultravioleta sin protección adecuada aumentan el riesgo de desarrollar cataratas, al acelerar el deterioro del cristalino.
A medida que una persona envejece, además del oscurecimiento y la pérdida de flexibilidad del cristalino, este va adquiriendo un tono más oscuro.
Esta coloración también interfiere con la visión, dificultando el paso claro de la luz hacia la retina. Así, las cataratas afectan progresivamente la capacidad de enfoque y claridad visual, un proceso que, en la mayoría de los casos, se asocia con la edad.
¿Cómo ayuda la vitamina A a la vista?
La vitamina A es esencial para mantener una buena salud ocular. Este nutriente permite que los ojos produzcan pigmentos necesarios para ver en un rango amplio de condiciones de luz.
Según la Academia Americana de Oftalmología, una deficiencia de vitamina A afecta la adaptación visual en entornos oscuros, generando ceguera nocturna, un síntoma común en personas con carencia de este nutriente.
Esto ocurre porque la retina, que es la parte del ojo encargada de captar la luz, depende de la vitamina A para su correcto funcionamiento. Además, esta vitamina contribuye a la lubricación adecuada del ojo al estimular la producción de humedad en la superficie ocular.
Sin suficiente vitamina A, los ojos no pueden mantenerse debidamente hidratados, lo que aumenta el riesgo de sequedad ocular y daños en la córnea.
El betacaroteno, presente en alimentos como la zanahoria, es un precursor de la vitamina A y ayuda a los ojos a adaptarse a la poca luz, respaldando la salud visual en general.
Según la Universidad de Harvard, aunque este nutriente no mejora la visión por sí solo ni elimina la necesidad de lentes, consumir una cantidad adecuada contribuye a preservar la función visual y a prevenir problemas de visión nocturna.
La carencia de vitamina A es una de las principales causas de ceguera evitable en el mundo, afectando especialmente a niños en situación de vulnerabilidad.
La Academia Americana de Oftalmología calcula que cada año entre 250,000 y 500,000 niños pierden la visión debido a la deficiencia de esta vitamina, y muchos de ellos fallecen poco después debido a problemas de salud relacionados.
El deterioro visual debido a la falta de vitamina A comienza con dificultades para ver en la oscuridad y puede avanzar hasta la formación de úlceras en la córnea, lo cual daña de manera irreversible la capacidad de visión.
Estos efectos subrayan la importancia de una dieta rica en vitamina A para mantener la salud ocular y prevenir problemas de visión que, de otro modo, serían evitables.
Los alimentos que contienen vitamina A
Los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos señalan que la vitamina A se encuentra en una variedad de alimentos tanto de origen animal como vegetal. Entre los alimentos más ricos en este nutriente se encuentran ciertos tipos de pescado, como el arenque y el salmón.
Otro alimento altamente nutritivo en este sentido es el hígado de vacuno y otras vísceras, aunque su consumo debe ser moderado debido a su alto contenido en colesterol.
Las hortalizas y vegetales de color verde, anaranjado y amarillo, como las espinacas, las batatas, las zanahorias, el brócoli y la calabaza de invierno, también son excelentes fuentes de vitamina A. Estos vegetales aportan betacaroteno, un precursor de la vitamina A que se convierte en este nutriente dentro del cuerpo, proporcionando así beneficios para la salud visual y el sistema inmunológico.
Algunas frutas, como el melón, los mangos, destacan igualmente por su contenido de vitamina A. Estas frutas, además de su aporte de nutrientes, son una opción práctica para incorporar este importante compuesto en la dieta diaria.
Los productos lácteos, incluidos la leche y el queso, aportan vitamina A en cantidades relevantes y son fáciles de consumir de forma regular.
En algunos casos, los cereales para el desayuno están fortificados con esta vitamina, lo cual resulta beneficioso para complementar la ingesta diaria recomendada.
Los huevos también son una buena fuente de vitamina A, siendo un alimento versátil y accesible para mantener una dieta rica en este nutriente.