Por Roberto Veras
En el actual panorama político de nuestro país, la Alianza Opositora se encuentra en una encrucijada crucial. Los resultados recientes indican que han logrado obtener el respaldo del 35% de la población, mientras que el presidente Abinader mantiene un sólido 52% de apoyo. Estos números reflejan la división política y el desafío que enfrenta la Alianza Opositora en su intento por alcanzar el poder en las próximas elecciones del 2024.
Es innegable que el presidente Abinader ha mantenido una presencia firme y una agenda política que ha resonado con una parte significativa de la población. Sin embargo, esto no debe considerarse como una señal de que su victoria en las elecciones del 2024 sea inevitable. La política es dinámica y puede cambiar de rumbo en un abrir y cerrar de ojos. La Alianza Opositora tiene la oportunidad de capitalizar las preocupaciones y expectativas de aquellos que no están satisfechos con el gobierno actual.
El próximo ciclo electoral será determinante no solo para el futuro del país, sino también para la supervivencia y adaptación de los principales partidos políticos. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y la Fuerza del Pueblo (FP) se encuentran en una encrucijada en la que deben reinventarse y demostrar su relevancia en un contexto político en constante evolución.
El PLD, que históricamente ha sido un actor dominante en la política del país, enfrenta el desafío de distanciarse de percepciones pasadas y de presentar una visión fresca y moderna que resuene con las nuevas generaciones. El PRM, por su parte, debe demostrar que su gestión puede abordar de manera efectiva los problemas actuales y construir sobre los éxitos logrados hasta ahora. En cuanto al FP, su desafío principal radica en aumentar su visibilidad y establecer una identidad política clara que atraiga a un electorado diverso.
La Alianza Opositora debe reconocer que su éxito no está garantizado simplemente por la insatisfacción de una parte de la población. Deben presentar propuestas sólidas, coherentes y viables que aborden las preocupaciones de los ciudadanos. Además, deben destacar la importancia de una competencia política saludable y una alternancia en el poder que fomente el debate y la mejora continua en la administración del país.
El tiempo juega un papel fundamental en este proceso. A medida que nos acercamos a las elecciones del 2024, los partidos deben enfocarse en la construcción de estrategias a largo plazo en lugar de soluciones a corto plazo. La política efectiva no se trata solo de ganar elecciones, sino de construir una visión a largo plazo para el desarrollo y el bienestar de la nación.
En última instancia, el futuro de la política dominicana estará en manos de los votantes. Será su elección la que determine qué partido o alianza tiene la capacidad de liderar el país en la dirección que anhelan. La Alianza Opositora, el PLD, FP, el PRM y otros partidos tienen la responsabilidad de presentar sus casos de manera clara y convincente, y de demostrar que están dispuestos y preparados para asumir el desafío de gobernar en beneficio de todos los dominicanos.
El reloj está en marcha y las apuestas son altas. El pueblo dominicano espera liderazgo, responsabilidad y un compromiso genuino con el progreso. Quien logre articular una visión convincente y construir puentes con la ciudadanía podría marcar una nueva era en la política del país. El 2024 será un punto de inflexión, y la historia será testigo de cuál de estos partidos será capaz de adaptarse, evolucionar y ofrecer un camino convincente hacia un futuro mejor.