REDACCIÓN.- En este joven siglo, ningún artista ha capturado mejor la dualidad entre la fiesta y el post-fiesta, y cómo la promesa de la noche se vuelve agria con la luz del día, que The Weeknd. Ha dominado su terreno desde el comienzo, cuando surgió, de forma anónima, con un mixtape etéreo, espeluznante y decadente en 2011.

En su anteúltimo álbum, Dawn FM, se imaginaba como una emisora de radio que sonaba en el camino al purgatorio. Hurry Up Tomorrow retoma desde donde aquel lo dejó, pero The Weeknd tiene malas noticias: no hay otra vida, no hay otro lado, solo legado y polvo. Lo que sigue es Tesfaye reflexionando sobre su carrera hasta ahora, y la vida y muerte de su personaje musical, antes de abandonar el escenario.
El álbum abre con “Wake Me Up” y no vuelve a dormir, aunque lo amenaza durante la segunda mitad.
La grandeza electro-orquestal de la primera canción encuentra a The Weeknd en su máxima expresión, interpolando “Thriller”, sampleando “Scarface” y colaborando con el dúo electrónico francés Justice y el multiinstrumentista Johnny Jewel. Los sintetizadores alcanzan su límite a lo largo del álbum, actuando como espadas líquidas en “Cry for Me”, impulsando un canto hidráulico fúnebre en “Baptized in Fear”, evocando éxtasis trance en “Open Hearts” y abrumando los sentidos en “Red Terror”.

The Weeknd y sus colaboradores han innovado un estilo de R&B electrónico desde el principio, y Hurry Up Tomorrow es lo suficientemente moldeable como para exhibir todos los intereses de Tesfaye, desde baladas acústicas distorsionadas (“Reflections Laughing”) hasta un soul elástico derretido por el sol (“I Can’t Wait To Get There”). Incluso incluye un desvío por el funk carioca contundente (“São Paulo”) y un híbrido entre rap y R&B que encuentra al productor Future en su mejor momento: un adicto al amor y otras drogas (“Enjoy the Show”).
Líricamente, The Weeknd documenta los estragos de una vida en la ruta y en los escenarios, llorando “lágrimas de whisky” desde su “prisión en el ático.” Parece tener una relación más saludable con el amor y las relaciones ahora, al menos en comparación con el momento más bajo de su carrera en Kiss Land. Pero principalmente, el álbum es una introspección de madrugada sobre lo que quedará cuando caiga el telón de este capítulo de su vida artística.
Tesfaye comprende que la oscuridad del mundo de The Weeknd ha sido un telón de fondo para su brillo como estrella; sanar sus traumas pone fin al acto. ¿Qué es The Weeknd sin drogas, desenfreno y desesperación?
Fiel a su estilo intenso, Tesfaye contempla el fin de su seudónimo citando el poema “La muerte no es nada en absoluto”, de Henry Scott-Holland, rogándole a su audiencia: “Llámame por el nombre viejo y familiar.” Parte del poema también aparece en el primer tráiler de la película epónima del álbum, la “siguiente habitación” a la que Tesfaye cruzará pronto.
Los primeros vistazos de la película, coprotagonizada por Jenna Ortega y Barry Keoghan y dirigida por Trey Edward Shults (It Comes At Night), sugieren que Tesfaye interpreta una versión estilizada de sí mismo/The Weeknd, con paseos en limusina y mansiones glamurosas que dan paso a incendios por gasolina y payasos asesinos. El destino del protagonista parece sombrío, pero Tesfaye sabe que el mañana no está garantizado, por lo que es mejor celebrar a The Weeknd hoy.