Un estudio reciente publicado en el International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity reveló que realizar ejercicio de manera moderada a vigorosa durante al menos 30 minutos al día no solo beneficia la salud física, sino que también puede mejorar el rendimiento cognitivo al día siguiente.
“La actividad física es buena para el cerebro, y un buen descanso potencia ese efecto”, aseguró la Dra. Mikaela Bloomberg, investigadora principal del estudio. Este hallazgo refuerza la idea de que mantenerse activo podría ser una de las formas más sencillas y efectivas para conservar una mente aguda a medida que se envejece.
El estudio incluyó a 76 adultos de entre 50 y 83 años que no presentaban problemas cognitivos previos. Durante ocho días, los participantes llevaron acelerómetros para medir sus niveles de actividad física y su calidad de sueño. Cada jornada, realizaban pruebas cognitivas en línea diseñadas para evaluar su memoria, atención y velocidad de procesamiento.
Los resultados fueron concluyentes: cada 30 minutos adicionales de ejercicio moderado o vigoroso se asoció con un aumento del 2% al 5% en las puntuaciones de memoria de trabajo al día siguiente. Sin embargo, este efecto positivo dependía en parte de que los participantes durmieran al menos seis horas por noche. Aquellos que dormían menos no mostraban la misma mejora cognitiva.
Un estudio más allá del laboratorio
A diferencia de investigaciones anteriores, realizadas en entornos controlados de laboratorio, este análisis se llevó a cabo en la vida cotidiana de los participantes. Esto permitió a los científicos observar el impacto real del ejercicio diario.
“Queríamos comprobar si los beneficios cognitivos del ejercicio podían durar más allá de unas pocas horas después de entrenar”, explicó Bloomberg. Los resultados mostraron que los efectos podían mantenerse hasta 24 horas después de realizar actividad física, un hallazgo innovador que podría transformar las recomendaciones de salud actuales.
Aunque los resultados son prometedores, los investigadores reconocen que aún hay preguntas por responder. Por ejemplo, es necesario realizar estudios en personas con deterioro cognitivo para determinar si estas mejoras también podrían aplicarse a pacientes con condiciones como el Alzheimer o la demencia.
Por su parte, el coautor del estudio, el profesor Andrew Steptoe, subrayó: “Mantener la función cognitiva es clave para la calidad de vida y la independencia en la vejez. Identificar factores que puedan influir en la salud cerebral a diario es fundamental”.